Cuando una mujer de la tribu Turkana decide dar a luz en un centro sanitario, nadie es capaz de imaginar la cantidad de prejuicios y tabúes a los que está desafiando. En esta región de Kenia, el parto en casa es una tradición que involucra muchísimos factores sociales, culturales y económicos, a los que se añade la presión del entorno familiar. Sin embargo, contar con ayuda médica a la hora del parto puede suponer para ellas la diferencia entre vivir o morir.
Aunque los índices de mortalidad materna han disminuido notablemente a nivel mundial en las últimas décadas, el 86% de los casos se concentran en el sur de Asia y en el África subsahariana. En concreto, en septiembre de 2020, el departamento de Salud del distrito de Turkana presentó un informe MPDSR (Maternal and Perinatal Death Surveillance and Response), donde revelaba que entre junio de 2019 y julio de 2020, de 797 mujeres con complicaciones en el parto, 20 habían fallecido por hemorragias postparto, sepsis, partos obstruidos, rotura de útero o eclampsia, circunstancias todas ellas que podrían haberse evitado si hubieran sido atendidas en centros sanitarios.
El motivo por el que la mayoría de las mujeres turkana decide no acudir a los hospitales o dispensarios a dar a luz tiene que ver con sus creencias y su forma de vida. Aúna factores sociales, ya que el parto en casa les permite tener un acceso fácil y rápido a todas las celebraciones y rituales, tanto si va bien como si no; factores culturales, porque muchas de ellas aluden a las costumbres de su tribu cuando declinan las ofertas para dar a luz en una clínica; y factores económicos, porque en casa es menos costoso, les lleva menos tiempo y no salen de su núcleo familiar.
El peso de la tradición en los nacimientos
Otro factor de peso importante que influye en ellas es la opinión de sus maridos, su familia política y su comunidad, que incluye a los líderes religiosos y a los sanadores tradicionales. En estos entornos perviven creencias muy arraigadas que atribuyen a los “espíritus malignos” algunas dolencias “espirituales” vinculadas al embarazo y el parto como los mareos, la depresión, la falta de apetito o los partos prolongados y que, por tanto, sólo pueden ser tratadas por sanadores tradicionales o líderes religiosos. Por esta razón, muchas mujeres optan por quedarse en casa, especialmente si son jóvenes y tienen poca formación académica.
Todos estos datos ponen de manifiesto el difícil reto que afronta a diario el personal de nuestro dispensario médico de Todonyang. Combatir unas costumbres y creencias tan arraigadas requiere de ellos una estrategia a largo plazo, ganándose la confianza de la población para posteriormente ser capaces de generar cambios en la sociedad turkana.
La importancia de la formación
Desde hace quince años, además de ofrecer asistencia médica en el distrito, nuestro dispensario también ha apostado por llevar a cabo un conjunto de acciones que han logrado que la población confíe cada vez más en los profesionales sanitarios. Una de estas actividades ha sido acercar la atención prenatal a todas las mujeres embarazadas de la zona a través de nuestra clínica móvil. La falta de infraestructuras, como carreteras que faciliten el transporte y comunicación a los centros sanitarios, es una de las barreras que dificultan el acceso a los controles durante el embarazo.
Otra actividad clave ha consistido en involucrar a los sanadores tradicionales, enseñándoles a identificar las “señales de peligro” de posibles complicaciones que pueden surgir durante el embarazo y el parto, antes de que sea demasiado tarde. Esta labor se lleva a cabo mediante encuentros periódicos entre nuestro personal sanitario y sanadores y voluntarios de las comunidades aledañas, a los que sensibilizamos en la necesidad del cuidado perinatal y les proporcionamos formación. De esta manera, se fomenta la coordinación con ellos y se encargan de avisar o acompañar al dispensario a los enfermos graves.
También se facilita la formación continua de nuestro personal sanitario profesional, especialmente en el área de Atención Prenatal y Parto Seguro.
Un dato que rompe la tendencia
Todas estas acciones han comenzado a dar sus frutos: el pasado mes de enero el número de mujeres que recibieron atención al parto en nuestro dispensario se incrementó en un 75% con respecto al mismo mes del año pasado, un suceso inédito hasta ahora en esta región.
Se trata de un dato muy alentador para todos nosotros que da cuenta de cómo, después de tantos años de esfuerzo, la mentalidad de los Turkana está cambiando y confía cada vez más en la medicina moderna, especialmente en un momento tan esencial de la vida como es el nacimiento de un niño.
Mientras tanto, seguimos trabajando para mejorar la salud de las madres turkana y de sus bebés, abogando por el cuidado perinatal y la atención al parto. Es crucial para que los índices de mortalidad materna o secuelas en mujeres jóvenes consigan reducirse.
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