Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC
Hoy abordamos un tema muy controvertido, pero que es necesario tratar, ya que son muchas las consultas que recibimos sobre este problema. Hablamos del suicidio y de qué hacer cuando se produce uno en nuestra familia o entorno más cercano.
El suicidio se considera a menudo un estigma social, pero sin embargo es una de las principales causas de muerte en el mundo. De hecho, silenciar este tema es lo que propicia su estigmatización, por eso es necesario darle cabida en este blog y hablar de ello, ya que resulta importante para las personas que sufren una pérdida de estas características.
Cómo comunicar un suicidio: sinceridad
Explicar el suicidio suele ser complicado y esa dificultad se acrecienta si nos referimos al mundo infantil. A menudo pensamos que es mejor que el niño no se entere del motivo de la muerte y se la edulcoramos. Le contamos “mentiras piadosas” pensando que así va a sufrir menos.
Sin embargo, aunque no sea fácil para nosotros dar explicaciones sobre un suicidio, lo cierto es que es mejor hablar de ello que convertirlo un tema tabú. He aquí los motivos:
● Mentir a los niños no suele dar buen resultado. Ya lo hemos comentado en otras ocasiones: aunque les mintamos, al final se enteran de todo y arriesgamos su confianza en nosotros.
● El suicidio no suele ser la causa de la muerte. Y con los niños hay que apelar a la causa. Aunque un ser querido se suicide, normalmente la causa de la muerte se debe a las lesiones o efectos derivados del acto. El suicidio en sí mismo no es causa de muerte.
● El hecho de no hablar de la muerte, o hablar de una muerte ficticia para evitar nombrar el suicidio, hace que los adultos que rodeamos a los niños tengamos que contener e inhibir determinados sentimientos. Pero siempre es mejor compartir nuestras emociones con los niños que esconderlas, ya que en ese caso nuestros hijos entenderán que deben ocultar las suyas.
● Hablando de lo ocurrido evitamos que los niños se enteren por terceras personas que no podemos controlar. Y, aunque pueden ser personas cercanas, también puede ser que reciban la noticia de forma inadecuada, dificultando su duelo posterior.
Adaptar la noticia a la edad del menor
A la hora de comunicar la noticia, lo mejor es darles una explicación adecuada a su edad. Es preferible ser sincero y honesto sin que sea necesario entrar en demasiados detalles. Es posible que a los más pequeños haya que explicarles qué significa la palabra suicidio, pero a partir de la preadolescencia, ya manejan este concepto. También, aunque lo ideal es decírselo nosotros, si la situación es muy difícil es aconsejable pedir ayuda a personas cercanas.
Desde el punto de vista profesional, partimos siempre de una idea que resulta de ayuda: no existen maneras buenas o malas de morirse, hay maneras y, en general, la que a alguien le parece buena, para otro no lo es y viceversa.
Hay que dejar que los niños expresen sus sentimientos libremente, sean los que sean. Si expresan alguna emoción que nos parezca inadecuada, la reformularemos como hemos hablado en ocasiones anteriores. Y, si tienen dificultad para expresar sus emociones, facilitaremos al máximo dicha expresión. No pasa nada por hablar del suicidio.
Reacciones de los niños ante un suicidio
Al darles la noticia, los niños nos plantearán preguntas o presentarán ciertas reacciones habituales:
● Culpa: Aunque ya hemos tratado este punto, haremos lo posible por quitar responsabilidad en este tema, puede ser que ellos crean que alguno de sus comportamientos ha provocado la muerte de la persona querida, pero hay que explicarles la situación, cómo se sentía la persona fallecida y que nuestros comportamientos no causan la muerte. Hay que explicarle al niño que en el pasado había tenido conductas similares y no pasó nada, y que también tiene comportamientos que nos agradan. Es conveniente enumerárselos, para que se sienta valorado y querido por aquello que hace.
● Abandono: Es normal que el niño tenga miedo a quedarse solo de manera repentina, aquí, hay que garantizar su seguridad. Ls recordaremos todas las personas que están a su alrededor, que le quieren y que van a cuidar de él. También es conveniente que no se alteren las rutinas como hemos comentado en otras ocasiones. Es bueno que sepan que, aunque hay personas que mueren de manera repentina o que deciden poner fin a su vida, no es el modo habitual de morirse. Podemos poner otros ejemplos de muertes que haya habido o aunque él no haya conocido, de otros familiares a modo de ejemplo que rebajen su angustia por este tema.
● Pueden pensar que la muerte es un hecho contagioso: A lo que apelaremos a la seguridad aclarando cosas que ya hemos explicado en el punto anterior:les proporcionaremos seguridad, confianza y cercanía.
● Reacciones de enfado hacia el fallecido: Es una reacción normal, los niños se sienten traicionados, abandonados, no tenidos en cuenta, etc., pero hay que explicarles que, en general, la muerte no se puede evitar y dejarles que expresen sus emociones. A medida que el duelo evoluciona hay que preservar el recuerdo de la persona fallecida para evitar dicho enfado. Es conveniente que el niño entienda que hay otras muchas situaciones, detalles, anécdotas distintas que han vivido juntos, a las que puede apelar para recordar al ser querido de una manera positiva.
● Plantearán muchos porqués: El suicidio está rodeado de miles de preguntas y es normal que la familia se las plantee: si se podría haber evitado, qué información había para prevenirlo, los motivos que tenía el ser querido, las razones que podría haber tenido para vivir, su objetivo, etc. Aunque sea difícil, es necesario aceptar y explicar al niño que en la vida hay muchas preguntas sin respuesta. Para aquellas que no sepamos responder, podemos usar esta fórmula: “Hijo, yo tampoco sé la respuesta y probablemente no la haya, aunque entiendo que te hagas esa pregunta”. De esta forma, le dejaremos abierta la posibilidad de consultar a personas más preparadas.
Cuándo recurrir a la ayuda profesional
Ante este tipo de pérdida, es normal que los niños se vuelvan irritables y alteren elementos de su conducta o rendimiento, pero no hay que alarmarse. Solamente si este comportamiento se prolonga en el tiempo es recomendable consultar a un especialista. Os recordamos que FMLC dispone de un servicio gratuito de psicoterapia infanto-juvenil al que podéis acudir si necesitáis ayuda.
Para saber más sobre la atención del duelo en menores, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o consultar nuestro manual práctico “Hablemos de Duelo”, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.
También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web: