Sara Losantos, psicóloga de FMLC
En este artículo quiero reflexionar sobre lo importante que es que los profesionales de la salud mental conozcamos y apliquemos el concepto de “la verdad soportable”, procedente del ámbito de la práctica clínica. Se trata de un concepto poco estudiado y poco comentado en las universidades o en las formaciones de posgrado.
El concepto de “la verdad soportable” alude a la cantidad de información o hechos dolorosos a los que una persona puede hacer frente. En este sentido, nos referimos a la información relacionada con la comunicación de malas noticias o que es susceptible de impactar o producir sufrimiento en quien la recibe.
Dado que cada persona es única, no existe universalidad en cuanto a lo que cada uno es capaz de asimilar o aceptar, por lo que ese límite varía de una persona a otra.
El duelo y la verdad soportable
Como profesionales, sabemos que una parte del proceso de duelo tiene que ver con la tarea de aceptar la realidad de la muerte del ser querido, es decir: aceptar los hechos tal y como fueron, sin negociaciones ni negaciones parciales. Hay casos de personas que aceptan la muerte de su ser querido, pero no pueden aceptar el modo en el que se produjo la muerte, al menos durante un tiempo.
Nosotras, como psicólogas expertas en duelo, tratamos de guiar a nuestros pacientes para que puedan aceptar los hechos tal y como sucedieron, ya que se trata de una realidad inmodificable. Además, sabemos que resistirse a aceptar un suceso que ya se ha producido encierra más dolor que el hecho en sí mismo. Este es el trabajo habitual que llevamos a cabo: ayudar a nuestros pacientes a poner palabras a lo que sucedió y ayudarles a convivir con esa “tragedia”. La mayoría de los procesos de duelo comienzan por la aceptación.
Cuando no hay aceptación en el duelo
Sin embargo, hay ocasiones en las que atendemos a personas que no pueden aceptar ni enfrentarse a una parte o a la totalidad de lo sucedido y despliegan una resistencia muy potente para negar esa realidad.
A menudo la salud está ligada a la aceptación, pero esto no siempre es así, o, al menos, puede no serlo durante un breve período de tiempo. La fuerza que se emplea en evitar el dolor es directamente proporcional a la necesidad de hacerlo. Por eso, cuando una persona da claros signos de no estar preparada, tratar de forzar la aceptación de un suceso puede ser contraproducente.
Atendemos el dolor o el sufrimiento cuando estamos preparados para ello y nunca antes. Hasta que la persona esté preparada, lo único que podemos hacer es acompañarla y tratar de fortalecerla para que puedan enfrentarse a todo aquello que le ha ocurrido.
No hay que forzar la aceptación de una pérdida
Cualquier intento de acelerar el proceso supone una falta de respeto a la autonomía del paciente, que es quien debe decidir cómo gestiona su propio proceso, e implica también una falta de confianza en el ser humano y en su propia capacidad para afrontar el sufrimiento.
Hay muchos casos en los que esta situación puede darse: a veces tiene que ver con la dificultad para asimilar las circunstancias que rodearon la muerte, por ejemplo: si fue un suicidio, que incorpora vergüenza y un cierto estigma social, se considera una muerte “mala”. También se relaciona con la fragilidad de las personas en un momento concreto de sus vidas. De nuevo insisto en que el proceso de duelo requiere paciencia, delicadeza y mucha prudencia. Cada individuo sabrá encontrar el modo de afrontar la pérdida, sólo necesita de nosotros esperanza, confianza y tiempo.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: