Sara Losantos, psicóloga de FMLC
En nuestro anterior artículo hablábamos de cómo la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V) retira la exclusión del diagnóstico de depresión en los casos donde la persona está atravesando también un duelo y han pasado menos de dos meses desde el fallecimiento del ser querido, por lo que parece que se abandona el intento de definir y establecer un diagnóstico diferencial con respecto a otras entidades o trastornos.
Lo cierto es que todavía no existen evidencias acerca de cómo va a afectar esta modificación a los criterios diagnósticos de las personas que están en duelo, pero cabe suponer que, si los psiquiatras no van a tener en cuenta que los síntomas depresivos pueden estar motivados por un proceso natural como el duelo, se van a patologizar procesos que son normales.
Esto a su vez va a contribuir a medicalizar procesos que no sólo no requieren medicación, sino que tampoco presentan ninguna mejoría en comparación con otros casos que tan sólo han recibido ayuda terapéutica, según indican los estudios. Y lo que es peor: van a dificultar la resolución de procesos que el ser humano está preparado para superar de forma natural.
Duelo versus depresión
Aunque el clínico se vuelque menos en la teoría que el teórico puro, la teorización de los trastornos mentales no es un asunto baladí y, de alguna manera, condiciona la intervención de quien hace un trabajo específicamente clínico. Lo ideal sería que teóricos y clínicos pudieran ir de alguna manera de la mano.
En ocasiones nos encontramos en la clínica con personas que vienen derivadas de especialistas con un diagnóstico de depresión severa resistente. Dada la similitud entre los síntomas depresivos y los signos del duelo, cuando identificamos un duelo no resuelto lo tratamos como duelo.
A menudo ocurre que, tras trabajar el duelo, estas personas mejoran y se recuperan. Resulta complicado vencer las resistencias de los pacientes que vienen con un diagnóstico tan claro, por lo que parte del trabajo irá encaminado a fundamentar y justificar la necesidad de trabajar el duelo.
El trastorno de duelo prolongado
En cuanto a la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), va por su undécima edición y se espera que aparezca publicada a lo largo del año 2015. La CIE-11 recoge el duelo complicado en el apartado relativo a los trastornos asociados al estrés. También incorpora una categoría nueva, el trastorno de duelo prolongado, que incluye un dolor intenso e incapacitante, con síntomas agudos y específicos como el anhelo generalizado, la preocupación por el fallecido o el dolor emocional intenso asociado a la pérdida.
La duración de los síntomas debe prolongarse claramente en comparación con lo que podría considerarse una reacción de duelo normal, en vista de los antecedentes culturales y religiosos de la persona. Consideran que, aunque comparte síntomas con otros trastornos, una categoría independiente, proporcionará un diagnóstico más preciso y, por lo tanto, un tratamiento más específico.
Reflexiones relativas a estas nuevas clasificaciones
- ● ¿Cuál de estos dos manuales deberemos tomar como referencia?
- ● ¿Alguno de estos manuales recoge de forma precisa la vivencia y experiencia de primera mano con pacientes en duelo?
- ● Tanto uno como otro han generado mucho debate y parece que nos encontramos en un momento de cambio de paradigma ante el duelo, entre otros.
- ● En última instancia, lo que parece que está ocurriendo es que el teórico, en su trabajo de categorización y formulación, se está separando por completo de la visión del clínico. Este hecho puede motivar que el profesional que está en contacto directo con sus pacientes acabe abandonando estos manuales, por no corresponderse con la realidad que vive en la terapia. Si no avanzan las investigaciones en busca de evidencias científicas que corroboren la realidad del clínico, estos dos profesionales acabarán distanciándose por completo hasta que trabajen en sectores que pueden parecer completamente distintos y sin relación entre ellos.
Como casi siempre, al final tenemos más preguntas que respuestas y, en cualquier caso, ninguna certeza. Ante estas clasificaciones, el profesional queda únicamente en manos de su experiencia para establecer un diagnóstico diferencial que permita distinguir un duelo normal de uno que no lo es, qué es una intensidad anormal o incapacitante, qué duración es excesiva y cuál apropiada. Por esta razón, cabe suponer que los distintos diagnósticos y tratamientos dependerán del juicio del clínico en cada caso concreto.
El duelo según cada paciente
En cuanto a nuestra opinión como expertos, resulta complicado pronunciarse en un tema en el que interviene tal cantidad de factores. Consideramos del todo imposible establecer una categorización en relación al duelo, ya que, como siempre hemos defendido, no existe un duelo igual a otro, sino que el duelo es lo que se suma a lo que una persona ya es. Por esta razón, como no hay ni una sola persona igual a otra, tampoco puede haber un duelo igual a otro. Las vivencias de cada uno moldean, matizan y modifican la experiencia del duelo para cada persona.
Por este motivo, nos desmarcamos de cualquier intento de considerar el duelo como una entidad aparte. El duelo sólo puede ser medido y evaluado a la luz de quién es el doliente y de su historia personal, todo ello teniendo en cuenta su cultura, su ideología y sus valores. Entonces y sólo entonces podremos determinar si una persona está atravesando un duelo complicado o no, o si necesita terapia o no. Así pues, no concebimos normas generales en torno al duelo, sino normas aplicadas a cada individuo, a cada vivencia y a cada cultura.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda gratuita, no dude en consultar nuestra página web:
Jose FRancisco Riaza Lopez
Estoy totalmente de acuerdo con tu planteamiento.Marañón ya decía que no hay enfermedades, sino enfermos. Y además no se deben patologizar procesos naturales de la vida humana.
FMLC
Muchas gracias por leernos con tanto interés y por participar con tu opinión, José Francisco.
Un abrazo,
FMLC