Sara Losantos, psicóloga de FMLC
A muchas de las personas que asisten a nuestros grupos de terapia de duelo les preocupa cómo puede afectar este proceso a su salud. Se trata de una de las preguntas más repetidas en nuestra consulta: ¿Puedo enfermar a causa del duelo por la muerte de un ser querido? Resulta complicado dar una única respuesta a una pregunta tan compleja. Pero sí que podemos poner sobre la mesa algunas reflexiones generales.
Tras la pérdida de un ser querido, se ha registrado que entre los dolientes se produce un aumento de hasta un 80% en las consultas al médico de Atención Primaria. Esto se explica en parte porque el fallecimiento de un ser querido pone de manifiesto que la muerte es algo que puede suceder en cualquier momento y no algo que sólo suceda a los imprudentes o a quienes no se cuidan.
El duelo y el miedo a la muerte
La muerte está presente desde el instante en que nacemos y es universal, nos afecta a todos. Tomar conciencia de esto puede desencadenar un miedo que hace que el doliente reinterprete en clave de enfermedad algunas sensaciones o síntomas que antes hubiera considerado normales. Así, las visitas al médico van dirigidas a descartar alguna posible dolencia y, sobre todo, ponen de manifiesto el miedo del doliente a morir o a que le ocurra algo grave.
Si el médico no atiende ese miedo que subyace al fondo, puede suceder que el doliente entre en un bucle cada vez más intenso de comprobaciones. A veces ocurre que la persona siente que tiene los mismos síntomas que el ser querido que murió. En este momento vital el doliente es más vulnerable a presentar síntomas de hipocondría.
Trastornos físicos asociados al duelo
Asimismo, sucede que cuando una persona cae enferma en el seno de una familia, todos los miembros centran su atención y su energía en el cuidado del enfermo, descuidando su propia salud (comen peor, dejan de vigilar o acudir a sus controles médicos, a veces por falta de tiempo, de enfermedades previas a la muerte del ser querido).
Estos descuidos pueden provocarle al doliente recaídas, obligarle a ajustar alguna medicación o someterse a algún protocolo médico desatendido durante la enfermedad de la persona fallecida. Por eso, cuando el ser querido muere y sus familiares empiezan a recuperar su rutina, pueden manifestarse enfermedades o síntomas que habían quedado silentes durante ese tiempo.
El duelo como agente estresor
Por otro lado, la pérdida de un ser querido se considera un estresor que afecta al sistema inmune del doliente. En concreto, el fallecimiento de la pareja está catalogado por Rahe y Holmes (1976) como el mayor estresor vital al que puede enfrentarse una persona a lo largo de toda su vida.
Aun así -y aunque es conveniente vigilar lo orgánico antes de intentar manejar los aspectos psicológicos del duelo, sabiendo que es imprescindible seguir los consejos médicos y hacerse revisiones de vez en cuando-, cuando el duelo afecte a la salud es importante no dejarse llevar por el pánico.
En este caso, el doliente deberá gestionar la emoción que subyace en el fondo, que es la angustia, el sufrimiento del duelo, dejando a un lado el miedo a que el sistema inmune pueda estar más vulnerable, porque ese pensamiento nos sitúa en un futuro que no podemos controlar y, además, incrementa el miedo ante algo que puede suceder o no. Lo más aconsejable en esta situación es tener en cuenta los riesgos y cuidarse, pero atender a lo que está en el presente sin obsesionarse, porque eso sólo complicará el manejo del duelo.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: