David Oslé, psicólogo infanto-juvenil de FMLC
Actualmente nos encontramos en una situación extraña y estresante: el Covid-19 nos ha confinado en casa y ha provocado que muchas familias hayan perdido a algún miembro en los últimos meses. En este artículo abordaremos una serie de pautas destinadas a facilitar la primera visita de los niños a un cementerio.
Aunque todavía tendremos que convivir en este incierto contexto durante un tiempo, cada vez vamos notando más aire fresco y empezamos a vislumbrar el final del túnel. Han comenzado a eliminarse algunas restricciones, progresivamente podemos salir de casa con más asiduidad y, en breve, también podremos desplazarnos a otros lugares un poco más lejanos. Esto significa que aquellas familias que han perdido a un ser querido, van a poder visitar su tumba si ha sido enterrado. A su vez, esto puede suponer para muchos niños su primera vista a un cementerio.
Muchos niños obtienen la referencia de lo que es un cementerio, o cómo son las tumbas y el ambiente que se respira, a través de los dibujos animados o la televisión, de modo que no suele ser una representación muy fidedigna. A menudo se representan como lugares sombríos y descuidados. Si nos imaginamos un cementerio de dibujos animados, es habitual que las escenas transcurran de noche, acompañadas de una bruma siniestra, árboles sin hojas, junto a búhos que ululan o incluso una mano que asoma desde alguna tumba.
Cómo abordar la primera visita al cementerio
Si el niño tiene esta referencia y le proponemos hacer una breve visita a la tumba de nuestro ser querido, es probable que la idea no le haga mucha gracia. Por eso, os proponemos una serie de pautas para facilitar este proceso:
- Proponer. La visita al cementerio debe ser algo voluntario. Primero avisaremos a los niños de nuestra intención y les preguntaremos si quieren acompañarnos. Recordemos que no conviene decir cosas del estilo “al abuelito le haría ilusión que le visitaras”. Por dos motivos: porque el abuelito está muerto y, como hemos explicado en otros posts, esto supone una interrupción de las funciones vitales, es decir, el fallecido no ve ni siente. Y, en segundo lugar, porque esa frase es, a todos los efectos, un chantaje emocional. Una alternativa más adecuada podría ser: “A mí me haría ilusión que me acompañaras”. La primera visita al cementerio se propone, pero si no quieren ir no hemos de forzarles.
- Anticipar lo que va a ver. Es quizá la pauta más importante de las que vamos a proponer. Las primeras veces siempre generan ansiedad: el primer día de colegio, de autoescuela, de campamento… Sin embargo, saber cómo son las cosas o lo que va a pasar ayuda a manejar esta ansiedad. Por eso, si sabemos cómo es el cementerio podemos explicárselo. Podemos explicarle las diferencias entre los nichos, las tumbas, los mausoleos… Contarle qué se pueden encontrar en el cementerio: gente llorando, gente sentada, algún entierro… Además, también les facilitará la experiencia si procuramos avanzar ciertos aspectos sobre cómo es la tumba del ser querido: si es un nicho muy alto, cómo es la lápida…, y, sobre todo, podemos anticipar nuestras posibles reacciones: “A lo mejor mamá se pone a llorar…”, “Puede que veas a papá muy callado…”. Adelantar información sobre lo que se van a encontrar facilita que la visita sea más tranquila.
- Explicar el propósito. Hay un motivo para ir al cementerio y los niños lo deben saber: se puede ir a dejar flores, a arreglar la lápida, a decir adiós y despedirnos porque no pudimos decírselo cuando enfermó, o incluso a buscar la tumba porque no pudimos ir al entierro y no sabemos dónde está.
- Preparar alguna ceremonia. Por lo general, los niños no han podido participar de ningún rito de despedida durante esta cuarentena. Se puede aprovechar esta ocasión para inventar algún rito alternativo, más privado o íntimo, en el que nos despidamos de nuestro ser querido. Se puede simplemente decir unas palabras, cantar una canción, escribir una carta, hacer un dibujo, leer una oración…
Recursos para atender el duelo infantil
Un cementerio no es como lo pintan los dibujos animados, pero no deja de ser un lugar triste. Habrá niños que no quieran ir (igual que hay adultos que no quieren acudir), pero los que vayan descubrirán que no es un lugar hostil.
Para saber más sobre la atención del duelo infantil, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o descargar gratis nuestro manual práctico “Hablemos de Duelo”, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.
También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web: