Rosa Sánchez, psicóloga de FMLC
En artículos anteriores hemos hablado de qué son los duelos desautorizados: aquellos que, pese a conllevar una pérdida, no reciben la misma comprensión por parte del entorno social.
Esto a menudo se debe a tabúes, prejuicios y estigmas muy extendidos en la sociedad del doliente, que repercuten en esta falta de apoyo.
A continuación abordaremos más ejemplos de situaciones en las que, con frecuencia, el doliente no suele recibir el mismo apoyo que cuando se trata de una pérdida aceptada socialmente.
El aborto espontáneo y provocado es una pérdida no reconocida
En general, cuando una mujer sufre un aborto espontáneo, la preocupación se centra únicamente en su salud. Es importante la información médica: saber si podrá volver a quedarse embarazada, por ejemplo. Pero no se debe minimizar la pérdida con optimismo, hablando del futuro y de que se pueden tener más hijos.
Es un momento de duelo, triste, que necesita elaboración: el proyecto de ser padres o de aumentar la familia se ha frustrado. Se trata de un proyecto a largo plazo, una forma de mirar, organizar e ilusionarse por el futuro que no va a ser. Por eso, requiere un proceso de duelo por la pérdida del ser esperado y por el proyecto de vida perdido. La postura adecuada es reconocer a los padres que han sufrido una pérdida real, una muerte.
El aborto provocado también es una de las pérdidas de las que no se habla y que la gente querría olvidar. La sensación superficial después de un aborto es de alivio, pero las mujeres que no elaboran esta pérdida pueden vivir el duelo en otra pérdida que sufran después. A falta de un apoyo, la actitud general es olvidarlo cuanto antes. Sin embargo, al hacerlo se niegan el proceso de duelo que necesitan.
El duelo por el suicidio de un ser querido
Entre los sentimientos que asaltan al doliente tras el suicidio de un amigo o familiar, uno de los más dominantes es la vergüenza por la falta de apoyo social y por el sentimiento de culpa, ya que se hace responsable de no haber podido hacer algo para evitar la muerte.
En nuestra sociedad, el suicidio está estigmatizado y los familiares de una persona que se quita la vida sufren también las reacciones de quienes conocen los hechos: “Nadie me dice nada, ni siquiera me dan el pésame por su muerte, actúan cómo si no hubiera pasado nada”. También sufre este estigma la persona que intenta suicidarse y no lo logra.
Resulta clave comprender que un porcentaje de los intentos de suicidio tiene su origen en una problema de salud mental. En otro porcentaje, la persona padece un sufrimiento inaguantable, a veces por maltrato familiar, por carencias sociales… la persona siente el deseo de salir de esa situación y dejar de sufrir, pero en su entorno nadie le enseñó recursos para buscar soluciones no destructivas como el suicidio. Hay una energía saludable -enfocada a liberarse de lo que le oprime, salir del sufrimiento que le provoca su situación-, pero la dirección no es adecuada, es destructiva y se priva del derecho a vivir.
El duelo por un ser querido fallecido por sida
La muerte relacionada con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida por VIH suele ser otra de las pérdidas de las que no se habla. Algunos supervivientes tienen miedo al rechazo y a que se les juzgue con dureza si se conoce la causa de la muerte de su ser querido. Sospechan que los tratarán con prejuicios, en lugar de comprender las dificultades por las que atravesó el fallecido y sus familiares. En consecuencia, mienten y atribuyen la muerte a un cáncer o a otra causa que no sea el sida.
Esta estrategia permite que se “libren” de los prejuicios de la gente, pero implica otro tipo de coste emocional en forma de miedo a que se descubra su mentira, así como sentimientos de ira y culpa por lo que han hecho. El no reconocimiento al doliente cuando no había parentesco, la silenciación, el prejuicio y la estigmatización de algunas muertes son un aporte poco humano de nuestra sociedad. No permiten el apoyo cálido ni el interés y comprensión por los hechos reales.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: