Rosa Sánchez, psicóloga de FMLC
Decíamos en un artículo anterior que atravesar cada una de las tareas del duelo es necesario y doloroso, como entrar en un túnel cuya salida no podemos ver.
En el duelo sentir dolor significa “estar bien” porque implica que el doliente está en contacto con la realidad, con la pérdida del ser querido, con su muerte. Sin embargo, algunas personas no pueden afrontar el dolor y lo evitan, bordean el túnel.
La psique humana tiende a evitar el dolor y la angustia mediante mecanismos de defensa: rechazo, negación, represión, fijación, racionalización, aislamiento, regresión, somatización… Todos ellos sirven para atenuar la emoción “amenazadora”, en función de las fuerzas de las que dispone el doliente en ese momento.
Estos mecanismos son necesarios y útiles, cumplen con una función. Por eso, si el doliente puede tomar conciencia de dicha función, eso le ayudará a aflojar esos mecanismos y a buscar formas más constructivas de vivir sus emociones.
Causas de la evitación en el duelo
La evitación es una estrategia de supervivencia, de protección, que se da cuando por diferentes razones el doliente no cuenta con energía para soportar el esfuerzo que conlleva el dolor de afrontar el duelo.
Algunas de estas razones pueden ser:
– El doliente es vulnerable por su forma adquirida de vincularse, o porque tiene pérdidas anteriores no resueltas.
– Exceso de intensidad traumática debido a las circunstancias que rodean la muerte del ser querido.
– Ausencia de contacto o apoyo social en el momento de la pérdida.
Cuando la persona no puede afrontar y tiene que bordear el túnel del duelo, lo que hace es enmascarar o evitar el duelo.
El duelo enmascarado
El doliente con duelo enmascarado o reprimido se aleja de la realidad: puede tener síntomas físicos y conductas que le causan problemas, pero no los relaciona con su pérdida. Desarrolla síntomas no afectivos: no expresa sus sentimientos, sean los que sean, y el duelo que no se ha manifestado se expresará plenamente de otra forma.
El duelo enmascarado o reprimido se puede manifestar de tres maneras:
– Conductas inadaptadas o aberrantes.
– Síntomas físicos, a veces similares a los que presentaba la persona fallecida.
– Síntomas psiquiátricos.
A corto plazo, las conductas de evitación son actividades destinadas a inhibir la información sobre la pérdida, a bloquear una toma de conciencia “cognitiva y emocional”. También se pueden dar algunas conductas inadaptadas aunque el doliente atraviese el túnel y conecte con su dolor. Algunas son: sustituir rápidamente al fallecido, hiperactividad o actividades de alto riesgo, aislamiento, dependencias a sustancias o alcohol.
Problemas de la evitación en el duelo
La evitación, cuando fluctúa con confrontación, no daña. Y aunque tu proceso sea caminar por el túnel, tendremos actitudes de afrontar y evitar el dolor. El motivo es que a veces necesitaremos cerrar un poquito el grifo del dolor, hasta que podamos volver a afrontarlo.
Lo importante es la duración y la intensidad de esas conductas de evitación. Hay un problema cuando se producen repeticiones estereotipadas, interrupciones prolongadas del proceso de duelo y, sobre todo, cuando sólo se da evitación y el doliente no tiene conciencia de la relación entre su comportamiento y la pérdida, quedando instaladas a largo plazo estas formas de actuar en su vida.
La fijación rígida de la evitación en el tiempo provocará la pérdida de funcionalidad y un deterioro global en la vida y/o las relaciones del doliente, así como una cronificación en los síntomas.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: