Situado al noroeste de Kenia, el condado de Turkana tiene poco que ver con el esplendor selvático que caracteriza al resto del país. Consta de seis distritos, de los cuales el de Turkana Norte –donde trabajamos- cuenta con una extensión de 20.000 kilómetros cuadrados. Se caracteriza por su paisaje desértico, un clima árido y una grave escasez de infraestructuras básicas como carreteras, hospitales o escuelas que faciliten el desarrollo económico de la región. En estas tierras se encuentra el lago Turkana que, a pesar de su inmensidad, no puede abastecer de agua potable a la población debido a su elevado nivel alcalino.

El desarrollo que ha experimentado el resto del país en las últimas décadas no ha alcanzado a la población de este distrito, que se dedica principalmente al pastoreo, la pesca y la agricultura. El cambio climático, la escasez de recursos hídricos, los cambios generados por la explotación petrolífera de la zona y los conflictos tribales han ido lastrando progresivamente la economía local y empobreciendo más y más a sus habitantes, la mayoría de ellos pertenecientes a tribus de origen nilo-hamítico.

Junto a nuestra contraparte local, la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA), trabajamos para crear infraestructuras educativas y sanitarias básicas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de la población de Turkana, así como para promover la paz y el diálogo entre las diferentes tribus que viven en esta zona.