Pilar Pastor, psicóloga de FMLC
El duelo es un proceso de mucha simbología, en el que los homenajes y los rituales cobran una especial relevancia. Necesitamos actos que trasciendan las palabras para poder simbolizar y representar lo que sentimos, y que las palabras no alcanzan a expresar.
El lenguaje del inconsciente, de nuestra psique y nuestra emoción a menudo fluye de manera más viva y completa a través de los símbolos que de las palabras, sobre todo cuando lo que queremos expresar es algo tan grande como amor, orgullo o falta.
Los ritos de despedida
En este contexto, los homenajes y los rituales son las vías que el hombre ha desarrollado en todas las civilizaciones, teniendo una importancia crucial a nivel cultural, psicológico y espiritual: es la manera que tenemos de canalizar una simbología mayor a través de un acto.
Por otro lado, a través de los homenajes y los ritos hacemos partícipe a la comunidad del dolor que siente una familia. Los homenajes unen. En una sociedad que tiende a esconder el dolor y a hacerlo cada vez más privado y más médico, los ritos permiten a la familia romper con ese aislamiento y que los lazos de la comunidad arropen y acojan lo sucedido.
Compartir el dolor para aliviarlo
Necesitamos ceremonias que alivien la angustia de la irrupción de la muerte. Todo fallecimiento, aun siendo esperado y acompañado, viene con dolor y con sorpresa: no terminamos de estar preparados ante la muerte. La muerte deja una sensación de descontrol y vacío, por eso necesitamos ritos que den cierta continuidad a la vida, a través del dolor compartido. Cuando mantenemos ese “susto” que deja la muerte a su paso en el silencio y aislamiento de la soledad, ese vacío se queda sin atender y tiende a convertirse en un prisma a través del cual el doliente empieza a mirar la vida.
Los homenajes permiten que el duelo se canalice y no quede arrinconado en el doliente. Canalizar el duelo tiene mucho que ver con compartir, con la necesidad psicológica de catarsis compartida. Pero no todo el valor del ritual tiene que ver con compartir. También es importante para simbolizar y expresar el dolor a través de un acto que tiene una simbología especial.
Procesar las emociones del duelo
Cuando el doliente empieza a pensar en organizar algún tipo de homenaje o ritual, se ponen en marcha muchos aspectos importantes de la elaboración del duelo: en primer lugar, se para a escuchar qué necesita, cómo llevarlo a cabo, a quién involucrar, cómo planificarlo y qué es lo que quiere expresar en ese homenaje o acto concreto. El duelo es un proceso integral y en la elaboración de los rituales se ponen en marcha todas las áreas del ser humano: la emocional, la cognitiva y la espiritual.
Hay muchos tipos de homenajes y de rituales. Esto tiene que ver sobre todo con la cultura a la que pertenece el doliente. En nuestra cultura los desarrollamos fundamentalmente a través de los ritos funerarios, ceremonias religiosas y reuniones, aunque cada vez es más frecuente que los dolientes opten por otro tipo de homenajes y ritos. En otras culturas se enfatizan más otros aspectos más tribales, quizá más energéticos o vitales, que también pueden ser una fuente de inspiración.
Duelo, homenajes y aniversarios
Cuando se acercan fechas especiales como Navidad, cumpleaños, aniversarios… puede ser un buen momento (si así lo necesita el doliente) para pensar en hacer un homenaje. Hay personas que ya consideran la reunión familiar un homenaje y así lo entienden y lo viven, pero otras necesitan organizar actos más simbólicos, más públicos o más privados.
El homenaje puede consistir en hacer algo que tenga especial sentido para el doliente en el momento que está atravesando: desde organizar algo de más alcance que involucre a familia y amigos, o ir a algún lugar especial, leer algo, realizar una suelta de globos o hacer un viaje. Para cada doliente será la manera de simbolizar y expresar algo concreto, atendiendo a qué plano necesite ser expresado (cognitivo, emocional o espiritual).
Pequeños ritos de paso en el duelo
En ciertos momentos del proceso del duelo que son importantes para el propio doliente, desarrollar o emprender algún rito u homenaje también tiene una simbología especial. El camino del duelo es un proceso doloroso de superación personal, marcado por pequeños pasos que, sin embargo, suponen hitos para la experiencia interna del doliente.
Por ejemplo, cuando un doliente empieza a salir de paseo los fines de semana, tal vez desde fuera no suponga un gran cambio, pero para el propio doliente esto puede implicar deshacerse de una culpa, sentirse más independiente, etc. Y, cuando se alcanza determinado desarrollo personal, simbolizarlo a través de un acto significativo implica como cerrar un círculo y afianzarlo. Por ejemplo: para la persona que empieza a salir de paseo, un rito simbólico podría ser prepararse durante unos meses para hacer una excursión a una montaña determinada. Para el resto del mundo será un paseo por la montaña, pero para ella puede suponer el reencontrarse con su fortaleza interna.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: