Sara Losantos, psicóloga de FMLC
Suena a siglas misteriosas, a nombre impronunciable. Detrás de estas cuatro letras, EMDR, hay una técnica que permite abordar el trauma. Se denomina así por sus siglas en inglés, Eye Movement Desensitization and Reprocessing, que traducido significa “Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares”.
La técnica del EMDR en el duelo permite abordar el trauma psicológico y, aunque no es la única técnica que existe, sí es una de las más modernas. Para formarse y acreditarse en España existen dos centros:
- El IDAE.
- La Asociación Española de EMDR.
El uso de esta herramienta no se restringe al tratamiento del trauma, sino que existe una gran variedad de problemas que pueden tratarse con esta estrategia. Sin embargo, en este artículo nos ceñiremos al uso y manejo del EMDR en el duelo y el trauma.
Efectos del trauma en la persona
A nivel general, podemos decir que el trauma se articula sobre tres vértices:
- Los pensamientos intensivos o recurrencia de imágenes relacionadas con la situación traumática, que no tiene por qué ser necesariamente algo horrible, sino algo percibido por el sujeto como tal.
- El arousal activado o estado de alerta, la activación fisiológica, en la que el sujeto está preparado “como si” fuera a suceder algo terrible de manera intermitente.
- La evitación de todo aquello que tenga que ver con la situación traumática.
Durante el evento traumático, la experiencia se percibe fragmentada: por un lado, el contenido emocional y, por otro lado, el contenido racional o el discurso o narración de lo que ha ocurrido. Las imágenes intrusivas intentan ser procesadas junto con la emoción que lo acompaña. Pero, al ser la activación tan elevada, el rechazo nos lleva a la evitación, lo que a su vez impide el procesamiento. Entramos entonces en una dinámica en la que el paciente acaba llegando a la conclusión de que no puede resolverlo.
Cómo funciona el EMDR en el duelo
El EMDR funciona a través de un concepto conocido como estimulación bilateralizada. Por medio de sonidos biletarizados, el tapping o los movimientos oculares, conseguimos que los dos hemisferios del cerebro comiencen a compartir información. Lo que le pedimos al paciente es que nos hable de “lo que sucedió” y, para lograr eso, lo más importante es que confíe en nosotros. Esto es fundamental para que el dolor baje paulatinamente.
Ese es el único truco, procesarlo conjuntamente, pero nos hace estar muy pendientes porque estamos tratando de meter un disco en una caja de cedés, así que tenemos que intentar que la caja se haga más grande o – en términos más técnicos- ampliar el umbral de tolerancia, para que poco a poco el paciente vaya siendo capaz de “soportar” más y más información.
Con ese objetivo tenemos que llegar cerca del límite, pero sin agotarlo. Porque, si se desborda, volverá a rechazar el contenido y esa puerta se habrá cerrado. Por eso, hay que estar muy atentos y, cuando el paciente conecte con la emoción, o la sensación física, o la imagen, o todos esos elementos, le pediremos que lo evalúe del 0 al 10 y que nos indique cuándo baja.
Cómo acompañar el uso del EMDR
Abandonaremos la técnica antes de que la persona diga que ya no puede más y dedicaremos el resto de la sesión a explicar cómo está funcionando, reforzando que haya permanecido conectada la confianza, el valor que ha el paciente tenido al enfrentar algo que le produce tanto dolor, etc. Y, antes de que se vaya de la sesión, nos aseguraremos de que sale relajado y tranquilo.
Así, por un lado, la activación va trabajando y, por otro, sentirá que está haciendo cosas para sí mismo, y eso le refuerza, le empodera y le ayuda a confiar más en sus capacidades.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: