Sara Losantos, Pilar Pastor y Patricia Díaz, psicólogas de FMLC
Con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, decidimos explicar en un artículo las características del duelo que tiene lugar tras el suicidio de un ser querido. Los datos más recientes son impactantes: en España se producen alrededor de 10 suicidios diarios y, por cada una de esas muertes, hay entre 10 y 20 tentativas de suicidio.
Actualmente, la tendencia entre los profesionales de la Psicología es empezar a hablar de forma más clara sobre el suicidio, con el objetivo de profundizar en sus causas y, así, poder poner en marcha planes de prevención.
Sin embargo, el suicidio continúa siendo un tabú en nuestra sociedad y constituye un estigma para las familias afectadas. Esto hace que para muchos dolientes constituya un motivo de vergüenza y culpa, por lo que tratan de ocultarlo con un silencio que contribuye a complicar el proceso.
Características del duelo por un suicidio
El duelo por suicidio plantea al doliente un camino emocional especialmente intenso y con arduos procesos de preguntas de difícil o ninguna respuesta, e incluso de cuestionamiento de uno mismo, lo que supone un reto para el proceso de aceptación y elaboración.
Se trata de un proceso especialmente complejo, debido a la voluntariedad de la muerte del ser querido que ha fallecido, por lo que requiere un esfuerzo especial por parte del doliente y puede que también necesite más tiempo y autocuidado hasta que pueda encontrar serenidad y calma dentro del dolor. A continuación os ofrecemos algunas claves para manejar el duelo tras un suicidio.
El sentimiento de culpa tras un suicidio
Cuando se produce un suicidio en nuestro entorno, al dolor por la pérdida suele sumarse un elemento muy central, que es la culpa. Este sentimiento está muy relacionado con la negación y con la necesidad de algunos dolientes de atravesar un periodo de sufrimiento antes de permitirse elaborar lo sucedido.
En un intento de controlar el momento en el que ocurrió el suicidio, el doliente repasa una y otra vez lo que sucedió. En este punto se plantean cuestiones relativas a si el suicidio era evitable o no. Cuando un doliente acude a la consulta, la muerte de su ser querido ya ha sucedido y, en su caso concreto, ha sido inevitable. Por eso, volver al pasado una y otra vez para averiguarlo sólo va a provocarle dificultad para aceptar la realidad de la muerte.
Replantearnos constantemente las distintas posibilidades sólo consigue estancarnos en la negación de la muerte, tratando de salvar al fallecido en nuestra imaginación una y otra vez, lo que perpetúa el duelo. En este sentido, resulta fundamental trabajar la culpa de forma directa, permitiendo su expresión al principio, para poco a poco ir confrontándola.
La ira y el enfado tras un suicidio
También es común que los dolientes experimenten sentimientos de enfado contra el fallecido por haber tomado una decisión que les ha causado tanto dolor. En general, la gente no puede evitar morir y, en la mayoría de los casos, tampoco lo desea. Por esta razón, pueden aparecer sentimientos de ira contra el ser querido –que ha elegido morir por decisión propia- y, de hecho, se dan con mucha frecuencia, aunque no siempre.
Esta emoción es difícil de manejar y resulta imprescindible que tenga un espacio en la terapia, para que el doliente pueda expresar su enfado y vaciarse de él.
La vergüenza y el tabú en torno al suicidio
La vergüenza es otro sentimiento que aparece a menudo en estos casos y que genera aislamiento social en el doliente: cree que nadie le va a entender y que no puede compartir lo que le ha pasado, lo que de algún modo le aboca a la soledad, intensificando más si cabe el dolor del duelo y dificultando la recuperación.
Este tipo de duelo habitualmente necesita ser manejado por un experto en salud mental que tenga formación en duelo, capaz de hacer frente a reacciones emocionales o bloqueos especialmente intensos que pueden tener lugar con más frecuencia en estos casos. Un recurso que puede resultar útil para estos profesionales es ofrecer información acerca del suicidio, es decir, proporcionar datos concretos (estadísticas, causas, etc.) al doliente.
Existen estudios que nos van a permitir hablar en profundidad sobre este tema. Aunque esta estrategia no se usa habitualmente en el abordaje del duelo, en un duelo por suicidio cubre la necesidad que tiene el doliente de comprender el suceso, para darle sentido y elaborar una explicación plausible. Eso nos permitirá volver a narrar la historia y darle un contexto y una explicación.
El duelo infantil y juvenil tras un suicidio
Cuando se produce un suicidio en la familia y hay que comunicárselo a los niños, es habitual que se tienda a ocultar o adornar el suceso, ya que los adultos pensamos que escapa a su comprensión. Sin embargo, una buena explicación puede hacer que el niño comprenda que el suicidio -y las lesiones corporales que implica- es otro tipo de muerte y hay que tratarlo con naturalidad ya que, de lo contrario, si el menor se entera de la causa real esto puede generarle una gran desconfianza hacia el adulto o los adultos que le mintieron.
En el caso de los adolescentes, el duelo por un suicidio es muy parecido al del adulto, el adolescente intenta comprender el suceso para que tenga sentido, hasta que consigue encajarlo en una explicación.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: