Pilar Pastor, psicóloga de FMLC
La muerte nos coloca frente a la experiencia de la temporalidad de la vida. Desde nuestra cultura del bienestar nos mantenemos en la sensación de que podemos controlarlo todo y de que todo tiene un orden lógico. Pero la muerte –sobre todo cuando sucede de una manera repentina- deja una sensación de falta de control y de miedo en el doliente. Es como si los esquemas con los que entendía el mundo se resquebrajaran y ya no sirvieran.
Cuando la muerte se vive de esta manera, deja una sensación de mucha vulnerabilidad en el doliente. La sensación de vulnerabilidad trae consigo sensaciones de indefensión, parálisis vital o ansiedad. Y cuando todas estas sensaciones se arremolinan en el interior de la persona, surgen mecanismos básicos de defensa.
Autoprotección frente al duelo
Cuando un animal resulta herido, su reacción instintiva es buscar protección, correr a refugiarse y, si se encuentra algún otro animal en esa huida, se defenderá atacando hasta llegar a su madriguera, donde podrá lamerse las heridas. Compartimos con los animales este mecanismo tan básico, que como todo mecanismo de defensa, tiene una función adaptativa y necesaria.
En un primer momento nos lleva a buscar protección, a estar con nosotros mismos, a mantenernos un tanto al margen de los demás, permitiéndonos una escucha a lo que nos ocurre y permanecer con el dolor. Eso nos permite afrontar y asimilar ese dolor, esa herida, y permitir que se cure y se cicatrice. Sin embargo, cuando las sensaciones se perciben como invasivas y desbordantes, y el mecanismo que en un principio ayudaba se vuelve la única manera de afrontar la realidad, la soledad y la sensación de incapacidad comienzan a hacer mella.
Miedo e indefensión ante la pérdida
Éste es el comienzo de un círculo en el que nos metemos y del que cuesta salir. El miedo hace que nos sintamos indefensos, la indefensión hace que nos sintamos más pequeños y menos capaces, por lo que cada vez vemos más amenazante nuestra situación, la vida y el mundo, de tal manera que respondemos defensivamente y eso nos conduce a una sensación de soledad.
Por supuesto, este esquema es muy básico y la experiencia humana es mucho más compleja y rica. Sin embargo, puede ser de ayuda para identificar cuáles son los bloqueos, qué nombre les pondríamos y cómo se sienten. Para cada doliente su proceso tiene un tinte distinto y una parte de la clave para elaborar el duelo es adentrarse en las sensaciones únicas de cada uno.
Lo habitual, sin embargo, es que se busque la evitación frente a todas estas sensaciones y sentimientos que hemos nombrado. Pero, para cada doliente es diferente, en algún momento cada uno deberá pararse a atender todo eso que acontece en su interior.
Buscar acompañamiento en duelo
Cuando sentimos que el interior nos desborda, que está bloqueado y no sabemos por dónde salir, es el momento de pedir ayuda. Para enfrentarnos a según qué emociones y experiencias, necesitamos de otro que nos acompañe y valide lo que estamos viviendo, o simplemente, que esté a nuestro lado.
En el entorno, a menudo hay familiares o amigos a quienes podemos recurrir en estos casos y que poseen una sensibilidad especial para acompañarnos, bien porque hayan atravesado experiencias parecidas o bien porque sintamos que son especialmente empáticos y comprensivos con lo que nos ocurre.
El bloqueo en duelo
Por otro lado, cuando ha llegado un punto en que nos sentimos especialmente bloqueados, completamente desbordados o incapaces frente a aquello que experimentamos, entonces es momento de pedir ayuda profesional. Cada persona debe ir descubriendo cuáles son sus senderos de elaboración y qué detalles o grandes acciones les ayudan. Entonces no sólo se abren dos posibilidades, sino múltiples.
En cualquier caso, todo empieza prestando atención a cómo nos sentimos, restableciendo el canal de comunicación con nuestro interior y desde ahí, encontrando cuál es el camino de búsqueda adecuado para cada uno.
Para saber más sobre el acompañamiento a pacientes en duelo, os recomendamos la lectura de nuestra Guía de Duelo Adulto para Profesionales Socio-Sanitarios, que ofrece a los trabajadores del ámbito de la salud (médicos, enfermeros, psicólogos) pautas para detectar y atender el duelo complicado en Atención Primaria. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web: