Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC
En nuestra vida cotidiana es habitual encontrarnos con frases hechas por los adultos que acaban convirtiéndose en axiomas sobre el duelo y que normalmente aceptamos sin cuestionarlas. De hecho, la mayoría de nosotros pensamos que la realidad es así y, hasta que no nos explican algo al respecto, mantenemos determinadas ideas equivocadas sobre el duelo de los menores.
Hoy trataremos de abordar algunas de esas creencias erróneas que nos encontramos con mayor frecuencia. En este artículo analizaremos sólo cuatro de ellas, aunque hay más de las que hablaremos más adelante o que podéis leer en nuestro nuevo manual práctico de duelo infantil.
“Los niños pequeños no se enteran de lo que pasa”
Los adultos tendemos a pensar que, cuanto más pequeño es el niño, se da cuenta de menos cosas y eso no es verdad; desde el momento en que fallece una persona el niño percibe la ausencia, los cambios en los estados de ánimo, la llegada de un nuevo cuidador o cuidadora, etc.
Es cierto que a menudo los menores no pueden entender todos los detalles de la muerte y se limitan a percibir un cambio en las rutinas o que han dejado de ver una cara que les era familiar, pero en la mayoría de los casos son conscientes de que algo ha pasado y de los cambios que conlleva. Por tanto, sí se enteran, no ignoran lo que pasa a su alrededor por pequeños que sean los cambios y es bueno considerar ese aspecto al dirigirnos a ellos: darles más cariño, hablarles en un tono suave o bien explicarles las cosas cuando tienen más de dos años. Puede que no entiendan todo, pero lo básico si lo entenderán.
“Hay muertes peores que otras”
Ésta es otra idea muy extendida, según la cual es como si algunas muertes fueran más difíciles de entender para los niños que otras. Normalmente esto hace referencia a muertes repentinas o de carácter violento (atropellos, violencia, suicidios…) frente a otras muertes consideradas más “dulces” como sería un fallecimiento tras una larga enfermedad o la muerte que sobreviene por vejez. Pero, si el niño pierde a una persona significativa, para él la muerte es muerte, el resultado es el mismo: que no va a volver a ver a la persona querida nunca más.
Maquillar la muerte es caer en la sobreprotección y ya sabemos que, en lo que concierne al duelo, esto suele desproteger al niño, ya que al sobreprotegerle evitamos que adquiera los recursos necesarios para afrontar situaciones de esas características.
Esa sobreprotección también hace que el menor se sienta mal si en algún momento la información real llega a su conocimiento. Y la realidad es que, antes o después, llegará y además tendremos que lidiar con la desconfianza que sentirá por haber sido engañado o por no haber sido considerado capaz de asumir algo.
“El duelo dura aproximadamente un año”
Una idea bastante extendida es pensar que, pasado un tiempo prudencial, digamos que un año, el duelo y todo lo relacionado con él tiene que pasar. Esta idea del año probablemente procede de una costumbre extendida en España y otros países, en los que antiguamente había que guardar luto un año exacto. Seguro que muchos recordamos historias de abuelas que se han casado de negro porque su familia estaba de luto por la pérdida de un progenitor o de otro familiar.
La verdad es que no existe un tiempo exacto para superar el duelo, cada niño requiere de un tiempo determinado. El menor irá resolviendo las distintas emociones según se vayan planteando, así que habrá algunas cosas que se harán de manera inmediata y otras que se vayan abordando a medida que se presenten según los cambios vitales o las distintas etapas del desarrollo.
“No hay que estar triste, porque el fallecido se pone triste”
Cuando les decimos a los niños que los seres queridos pueden preocuparse, alegrarse o entristecerse, estamos apelando a aspectos que no son reales y pueden confundir al niño. Por un lado, les transmitimos la idea de que el fallecido siente o que sus sentidos están alerta, y eso no es así. Por otro lado, podemos generarles la sensación de que el fallecido les observa y asustar a los niños ante comportamientos propios de su edad, condicionando así su comportamiento.
Recordemos que uno de los puntos clave para explicar la muerte a los niños es que entiendan que las funciones vitales se han interrumpido y, por tanto, el fallecido no siente, ni ve, ni oye… Las creencias irracionales pueden hacer que enmascaremos aspectos del duelo o que no prestemos la debida atención a los menores ante estos mensajes que, como ya hemos dicho, están muy extendidos en nuestra sociedad.
Para saber más sobre la atención del duelo en menores, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o descargar gratis nuestro manual práctico “Hablemos de Duelo”, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.
También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web: