Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC
Nos hemos animado a escribir este artículo porque, con mucha frecuencia, a nuestra consulta no sólo acuden menores en duelo, sino que tras ellos suele haber uno o varios adultos en duelo, que influyen en la recuperación y retorno a las actividades normales del niño.
Cuando se produce una muerte en el seno de una familia, son muchos los ajustes que hay que hacer y a menudo las reacciones emocionales no solo son intensas, sino duraderas. En las familias donde hay niños o adolescentes, el duelo les afecta de manera especial, pero no exclusivamente por la muerte del ser querido, sino también porque en ocasiones a la pérdida también se une el malestar de otros miembros que les rodean.
El duelo adulto vs. el duelo infantil
Hay que darse cuenta de que los menores pueden verse afectados por el duelo a dos niveles. Por ejemplo, si fallece un progenitor, el niño se habrá quedado sin su padre o madre, pero al mismo tiempo el progenitor superviviente estará afectado por su propio duelo. Si fallece un hermano, los padres estarán profundamente tristes por la pérdida de su hijo, mientras que el niño estará además afectado por la pérdida de su hermano. Lo mismo ocurre si fallece un abuelo, un tío… Hay decenas de ejemplos de pérdidas que van a afectar doblemente a los niños.
Aunque es cierto que el adulto se ve sumido en un proceso de duelo, conviene conocer su manera de comportarse con el niño y todo aquello que pueda influir de manera positiva y negativa en el duelo del niño.
Cómo influye en los menores la tristeza de los adultos
A menudo los niños reaccionan a la tristeza de su entorno, sobre todo en los más pequeños: se muestran tristes porque los adultos cercanos están tristes, así que, aunque hayan sufrido una pérdida y estén en duelo, una parte de ellos está triste porque ven tristeza y también porque creen que es lo que se espera de ellos. Piensan que sonreír o comportarse como un niño alegre es una conducta indeseable.
A veces, cuando el duelo de los padres es por un hijo, el dolor es tan grande que el resto de las cosas pasan a un plano secundario, incluidos los otros hijos. Por eso, es común que los niños escondan su tristeza para no añadir dolor al dolor, lo que no sólo retrasa su duelo sino que además rompe la relación de confianza padres-hijos por desatención y hace que los niños se vuelvan más reservados con sus preocupaciones en lugar de contárselas a sus padres.
El riesgo de desatender a los niños
Otras veces los adultos están tan preocupados por solucionar los problemas materiales que desatienden a sus hijos. Es cierto que a veces es imprescindible dedicar tiempo a solucionar esos asuntos que quedaron pendientes, pero hay que priorizar y dedicarles el tiempo imprescindible.
Conviene organizarnos para que estos asuntos no interfieran en los cuidados cotidianos del niño, porque si nos quitan mucho tiempo, el menor pensará que ha pasado a un segundo plano y seguramente baje su nivel de interacción, o se retire temporalmente por tener la sensación de ser un estorbo.
La importancia de no alterar sus rutinas
Por último, no podemos perder de vista las alteraciones en el horario y la economía, ya que en ocasiones el niño sufre las consecuencias de esto: se interrumpen sus actividades extraescolares, se queda más tiempo en el colegio, su cuidado y atención se encomienda a terceras personas… Aunque muchas veces esto es inevitable, en la medida de lo posible hay que minimizar su repercusión en los menores, ya que sus rutinas les dan estabilidad.
Siempre que atendamos a un niño en duelo, conviene examinar a los adultos de su entorno para saber si están elaborando su proceso adecuadamente o si, por el contrario, y como sucede en muchos casos, es necesario que esos adultos reciban también algo de ayuda para enfocar los cambios, el dolor y el mejor modo de actuar.
Adaptarse a la vida sin un ser querido
Tampoco hay que perder de vista que no siempre hay un niño en duelo tras un adulto en duelo. Se trata de un proceso en el que todos los implicados deben adaptarse a las nuevas circunstancias y que en la familia genera más tensiones, problemas de conducta, cambios de humor, irritabilidad, etc. Esto no es motivo de alarma o alerta, pero si os veis en esta situación siempre podéis consultarnos y salir de dudas.
Para saber más sobre la atención del duelo en menores, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o descargar gratis nuestro manual práctico “Hablemos de Duelo”, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.
También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:
JOSÉ CUAUHTÉMOC PARADA J.
EXCELENTE TEMA, ME INTERESA SOBRE DUELO POR FALTA DE MASCOTAS.
Guillermo
Mi esposa murió de un dengue hemoragico ,fue algo tan rápido y era una persona sana y joven que nos ha dejados destrozados a todos ,lo mas fuerte de esto es que me dejó con 3 niños y es una carga muy fuerte para mi ,aun no he movido sus cosas de la habitación y en verdad no se como enfrentar esta situación, me gustaría sus comentarios .
Un abrazo.
JALS
Wey me encantó este artíulo, me interesa el duelo las masotas, neesito saber más compadre, tienen sentimientos.
Un beso desdeGuatemala.
FMLC
Estimado Guillermo:
Es cierto que es una situación complicada, pero seguro que cuentas con la ayuda de otros familiares para sacar adelante a tus hijos.
Lo más importante no es qué hay que hacer y cuándo, sino dejar cierto tiempo para pensar las cosas e ir haciéndolas en el momento adecuado.
Los niños suelen superar el duelo con facilidad, hay que contarles la verdad, que su madre ha muerto, y darles mucho cariño, además de intentar que no se alteren sus rutinas.
Si necesitas más ayuda en cosas concretas, no dudes en preguntarnos.
Un cordial saludo,
Patricia Díaz
Psicóloga FMLC