Sara Losantos, psicóloga de FMLC
Hace semanas que reflexiono en torno a un tema que me genera mucha curiosidad e interés: cómo influye el sentido del humor en el duelo. Esta cuestión me plantea numerosas preguntas: ¿La gente con sentido del humor tiene un duelo más dulce y quien no lo tiene vive un duelo más duro? ¿Es el humor una vía de escape para no asumir las emociones relacionadas con la pérdida? ¿Puede actuar como freno en el proceso de duelo?
En este artículo plantearé algunas reflexiones y dudas sobre un tema que genera controversia, con el fin de dilucidar si el humor puede facilitar el proceso de duelo -y, por lo tanto, debemos potenciarlo o al menos protegerlo-, o si, por el contrario, es una forma de huir del dolor y en ese caso conviene evitarlo.
El humor y el duelo
Ante todo, debo aclarar que no he encontrado ninguna respuesta contundente que sirva para todos los casos, ya que cada duelo es único. Lo que he descubierto es que en algunas circunstancias puede perjudicar el duelo y, en otras, facilitarlo. La clave ahora es discernir en qué situaciones el humor favorece y en cuáles no.
En algunos ámbitos el sentido del humor asociado a la muerte, al sufrimiento o al dolor está considerado como de mal gusto. Es como cuando hablamos del duelo y el sexo: son temas poco tratados y se perciben como inadecuados o excesivos. A menudo el duelo está rodeado de mucha seriedad y formalidad, por eso hablar del humor en este contexto puede parecer, cuanto menos, exótico. Para abordar este tema he querido diferenciar dos situaciones: la práctica clínica y la docencia.
Hablar de duelo con humor en la docencia
Creo que hablar de humor en el duelo está mejor aceptado en el marco de la docencia que en el de la práctica clínica. Cuando imparto una charla sobre duelo, hago uso del sentido del humor para fijar el contenido en la memoria de los asistentes, ya que todo aquello que nos emociona de algún modo permanece con más fuerza y durante más tiempo en nuestra memoria a largo plazo.
En este punto debo aclarar que no es lo mismo dar una charla a padres en duelo que a los profesores de un colegio o a profesionales socio-sanitarios. El riesgo de que el uso de humor resulte incómodo es menor cuanta mayor distancia tengan los asistentes en relación a la muerte o el dolor. Esto es de por sí una obviedad, pero es importante no dar nada por sentado.
Por otro lado, en las situaciones dramáticas de muchísima tensión, es fácil que casi cualquier comentario que se salga de lo habitual genere un momento absurdo que dé lugar a una situación cómica. Lo he vivido en carne propia y sé de lo que hablo: cuanto más ceremoniosa es la situación, más fácil es que se genere un momento absurdo.
El uso del humor en la práctica clínica
Cuando estoy en clínica haciendo terapia con un paciente, al principio no uso el humor porque aún no conozco a fondo a la persona y no quiero faltarle al respeto ni hacerle sentir incómoda. En clínica la importante no soy yo sino el paciente, por eso dejo que hable y escucho. Si percibo que usa el humor de manera frecuente, sonrío y acompaño sus comentarios.
Es sencillo distinguir cuándo el humor se usa como camuflaje y cuándo se usa de forma natural. Cuando el humor es natural, ayuda a dulcificar el proceso y amortigua el dolor. Hay muchas personas que son graciosas, que tienen un sentido del humor innato y lo usan en muchas circunstancias de su vida, no veo por qué el duelo debe ser una situación distinta.
Por otro lado, cuando el humor se usa como vía de escape, también amortigua el dolor porque lo pospone y no veo por qué no debemos consentirlo. Cada paciente tiene su ritmo y sabe qué es capaz de tolerar en cada momento. De nuevo, la prioridad es el paciente y él elige si profundiza en su dolor o si usa el humor para poner distancia. En casos muy extremos podemos señalarlo, pero no soy partidaria de confrontarlo, ya que cada uno tiene su propia guía, su propio instinto y sabe de sus capacidades.
El humor como facilitador del duelo
Si hablamos de mi experiencia, en mi caso soy muy cuidadosa en el uso del humor en terapia. Nunca recurro a él si mi paciente no lo ha usado antes (hay gente muy seria), pero si veo que mi paciente lo usa, yo le sigo y lo hago con un humor blanco, nunca sarcástico, siguiendo muy por detrás el suyo y no recurriendo a él siempre: lo raciono para no resultar excesiva.
En conclusión, el humor tiene un papel importante en el duelo, ya sea como escudo o como facilitador del proceso, en ambos casos es bueno. Como clínicos, los psicólogos debemos ser prudentes en el uso del humor, salvo cuando impartimos docencia. En esas circunstancias su uso está recomendado -sin excedernos- para facilitar la memorización. Como dijo Winston Churchill: “El humor es una cosa muy seria”.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: