David Oslé, psicólogo infanto-juvenil de FMLC
La muerte provoca reacciones cognitivas, conductuales y emocionales en todas aquellas personas cercanas al fallecido, al igual que ocurre con los niños y adolescentes. Por lo general, estas reacciones suelen empezar en todos los dolientes en el momento en el que se sufre la pérdida. En ese instante, surge un sentimiento de profunda tristeza durante los ritos de despedida. El doliente siente soledad y vacío cuando está en casa, se pueden producir enfados con la persona que ha fallecido o con la vida por ser injusta, tiende a estar más irritable con las personas de su alrededor, es usual que pierdan las ganas de hacer cosas, etcétera.
Pero no siempre es así. Puede ser que el duelo se bloquee, o se oculte y se manifieste tiempo después. A veces, cuando la realidad es demasiado abrumadora y no se tienen los recursos para hacerla frente, se bloquean las posibles reacciones a esta realidad.
Imaginemos que no nos gustan las alcachofas y que nos ponen un plato lleno a rebosar de ellas, cogemos un trozo a regañadientes y nos lo empezamos a comer. Cuando lo hemos masticado dos veces y tenemos toda la boca con sabor a alcachofa, además del plato enorme, también nos colocan en la mesa una fuente cinco veces más grande, para que nos la comamos. En ese primer instante en el que vemos cómo se posa la fuente en la mesa, probablemente ocurra un momento de bloqueo, como diciendo “no puede ser”. Esa situación concreta de aturdimiento, también se puede dar en el duelo y además, puede prolongarse durante mucho tiempo.
También puede ser que las reacciones del duelo no sean convencionales: que no se llore, que no haya excesiva irritabilidad… Literalmente hay alrededor de siete mil millones de formas distintas de pasar el duelo, puesto que cada persona se duele de un modo diferente. El dolor busca siempre una manera de ser expresado: llorando, enfadándose, irritándose, pero también pintando, cantando, escribiendo, jugando…
Puede ser incluso que se esté manifestando en otros contextos que no sea el familiar. A lo mejor, un adolescente no llora ni se enfada en casa porque tiene dos buenos amigos con los que sí llora y expresa lo que siente. Si esto es así, la percepción de los padres será la de que parece que su hijo no está triste.
¿Se puede programar el duelo?
En síntesis, la respuesta es que el duelo no es programable. Esto se debe a que es un proceso en el que no se puede elegir ni cuándo aparece, ni cómo se manifiesta. Tampoco es posible decidir con quién, ni dónde, ni por cuánto tiempo, ni con qué intensidad emergerá.
Es cierto que lo más conveniente es que todos los miembros de una familia vayan superando el duelo más o menos a la vez. Lo que no es justo es pedirle a un niño que llore cuando nosotros lloramos, que esté triste cuando estamos afligidos, ni que sienta pena cuando sentimos pesar. Es decir, no debemos pretender que el menor ajuste su duelo al nuestro. Esperar que el menor adapte su duelo al nuestro, no es razonable, porque el proceso de duelo es incontrolable y no depende de su voluntad.
¿Cómo ayudar a los menores a abordar el proceso de duelo?
Pese a no poder controlar cómo se duelen los niños, ¿qué podemos hacer nosotros como adultos?
- Recordarles que, si en algún momento quieren hablar del fallecido o de lo que sienten, estamos allí para ellos.
- Hablar de vez en cuando del fallecido, de cosas que le gustaba hacer o comer o recuerdos que se tengan con él.
- Dejar espacio y libertad para la expresión emocional: no es necesario que expresen sus emociones delante de nosotros.
- Expresar nosotros frente a ellos lo que sentimos (si no es un llanto o un enfado descontrolado).
- Darles herramientas del manejo de la tristeza: Por ejemplo, contarles las cosas que nos gusta hacer a nosotros cuando estamos tristes, qué solemos hacer para calmar nuestros enfados…
De todos modos, en caso de duda acerca de si las reacciones (o no reacciones) de un niño son adecuadas o no, lo mejor es consultar con un profesional.
Recursos para atender el duelo infantil
Para saber más sobre la atención del duelo infantil, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o descargar gratis nuestro manual práctico “Hablemos de Duelo”, que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.
También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web: