* Nuestras condolencias a todas las personas que están afrontando la pérdida de un ser querido en este difícil contexto que vivimos.
Rosa Sánchez, psicóloga de FMLC
A día de hoy todos somos conscientes de que estamos viviendo una situación excepcional. La cuarentena que nos protege del contagio del Covid-19 añade más dolor a la muerte de un ser querido, sobre todo por dos motivos:
- Las circunstancias de la muerte y la ausencia de ritos de despedida.
- La falta de apoyo social tal y como la conocíamos.
En este contexto resulta fundamental el apoyo social al doliente, ya sea a través de teléfono, vídeo-llamada… porque el duelo se supera en comunidad. En este artículo ayudaremos al doliente y a su entorno a conocer las reacciones que son naturales en el duelo, pero que pueden asustar debido a su intensidad. Sin embargo, sólo son motivo de preocupación si se bloquean en el tiempo.
Se trata de manifestaciones que van a afectar a los pensamientos, las emociones, el cuerpo y el comportamiento. Aunque intensas, son naturales y cumplen una función necesaria para ir avanzando en el proceso del duelo.
Reacciones naturales en el duelo
- A nivel cognitivo: Es posible que el doliente piense que la pérdida no ha ocurrido de verdad, que su ser querido no está muerto. Tal vez sienta incredulidad, confusión, pérdida de concentración, fallos en la memoria, rumiaciones, imágenes recurrentes…. Esto es natural, la incredulidad indica cómo su mente está adaptándose al enorme impacto de la pérdida del ser querido. Este tipo de pensamientos refleja la dificultad de conexión con la dura realidad, que es la muerte. La confusión, la pérdida o los fallos de memoria indican el shock que le está provocando el impacto.
- A nivel afectivo: Probablemente el doliente se encuentre lleno de tristeza y dolor, pero también es posible que se sienta aturdido, anestesiado o desconectado, como distanciado de su propio cuerpo y funcionando cómo un autómata. Sentimientos habituales de este estado son la impotencia, la inseguridad, el anhelo, el vacío, la apatía, la ira, la angustia, la culpa, el autorreproche, la irritación, la rabia, el miedo, la soledad, el abandono, o la extrañeza. Este conjunto de sensaciones puede durar días, semanas o meses, y sirven para tomar conciencia de la pérdida a nivel emocional.
La expresión emocional del duelo
Al principio, probablemente la tristeza se exprese sólo con lagrimas y, más adelante, el doliente podrá expresarla con palabras. Lo mejor es dejarlas salir y que el entorno más cercano las acoja. La rabia, la extrañeza, la ira… todas las emociones necesitan expresión, la identificación del hecho que las origina, la elaboración de ese hecho y su reparación. Están ahí por una razón, tienen sentido, no podemos escapar de ellas.
El doliente ha de elegir en quién quiere apoyarse, a ser posible en alguien que lo escuche sin juzgar ni dar consejos. Puede liberar esa tensión compartiendo lo que siente y también escribiendo en un diario cómo es cada día para él.
Reacciones físicas y conductuales ante una pérdida
Seguramente muchos dolientes traten de evadirse de sus emociones afrontando diferentes tareas: intentando cuidar a sus hijos, trabajando… Sin embargo, es importante que la emoción sea escuchada para que el doliente pueda elaborar lo que retiene.
- A nivel fisiológico: Puede que la persona en duelo sienta un vacío en el estómago, boca seca, opresión y dolor en el pecho, en la garganta, que le falte el aire, que tenga palpitaciones, dolor de cabeza, falta de energía, alteraciones del sueño y de la alimentación. Todo esto es natural. Cuando no podemos dar salida a otra forma de expresión, el cuerpo habla.
- A nivel conductual: Es normal estar disperso, distraído, querer aislarse socialmente, llorar desbordadamente, suspirar, visitar los lugares de la casa que frecuentaba la persona fallecida, hablar en voz alta con el fallecido, estar hiperactivo o hipoactivo. Esto también es natural, el día a día del doliente ha cambiado, el ser querido ocupaba espacios y tiempo llenos de vida que ahora se encuentran vacíos. El entorno tal como era se ha derrumbado y también la identidad del doliente.
La aceptación en el duelo
Cualquiera de estas conductas es natural e indica la dificultad para enfrentarse a un día a día sin el ser querido, así como la extrañeza de no ser ya quiénes éramos y no poder construir aún quién queremos ser sin nuestro ser querido.
Para garantizar el cuidado de los vínculos, es necesario que el entorno del doliente acepte y respete su vivencia. No comparar, sino comprender que cada persona es única y que lo que nos ayuda a cada uno son cosas diferentes. No debemos juzgar ni intentar corregir lo que el doliente siente.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: