Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC
Recientemente, durante un congreso sobre actualización pediátrica, un grupo de profesionales socio-sanitarios me abordaron con diferentes dudas.
A este colectivo le preocupa mucho el tema de la muerte ya que, pese a que se enfrentan a ella a diario, la mayoría considera que su profesión está hecha para curar y salvar vidas. Por eso les resulta complicado enfrentarse a ese momento en el que la vida se apaga.
En el congreso que mencionaba, los participantes me plantearon varias preguntas que se repiten con frecuencia en las sesiones formativas con equipos médicos: ¿Qué puedo hacer yo en mi trabajo para hacer la noticia más agradable? ¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Cómo puedo mejorar?
Los profesionales sanitarios ante la muerte
Aunque pueden parecer preguntas fáciles de responder, en realidad son cuestiones más complejas.
- ¿Cómo comunico el inminente fallecimiento de un niño?
- ¿Cómo se lo explico a la familia?
- ¿Cómo se lo digo a los hermanos?
- ¿Qué le digo a un niño que va a quedarse sin su padre o su madre?
A los médicos les preocupan muchísimo todas estas cuestiones, aunque mucha gente sostenga la creencia errónea de que los pacientes de la Sanidad son tratados como números, esto casi nunca es así. Para los médicos, sus pacientes son personas con nombre y apellidos, que sufren y tienen problemas.
Cómo mejorar el trato del médico al paciente en duelo
A la hora de comunicar a una persona la muerte inminente de un ser querido, casi nada de lo que diga el profesional en esos momentos suele reconfortar. Sin embargo, hay matices que dejan a los pacientes la sensación de haber recibido un trato más amable, por ejemplo:
– Quedar a disposición del paciente para explicarle las veces que haga falta el proceso. Hay que tener en cuenta que a veces las personas no pueden procesar toda la información que les damos en esos momentos tan difíciles.
–Expresarse con un lenguaje adecuado, adaptado a los niveles de comprensión tanto de los pacientes adultos como de los niños.
–Ayudar a comunicar la muerte a los más pequeños.
–No tener miedo de expresar nuestras emociones al comunicar una mala noticia. Es normal, las personas agradecen las muestras de cariño emocional.
–Dar muestras físicas de apoyo. Para acompañar es importante tocar a las personas, de manera natural, ya sea con un abrazo, un toque cálido, cogiendo de los hombros… A veces un gesto vale más que mil palabras.
-Nos dirigiremos al adulto o al niño por su nombre de pila, tratando de ser cercanos.
-Dar las explicaciones pertinentes, aclarar que tal vez no lo entiendan todo y quitarles la vergüenza de volver a preguntar los conceptos. Les explicaremos que es posible que no entiendan cosas o que luego tengan dudas, que no hay ningún problema en que, pasados días o incluso semanas, vuelvan al servicio médico a preguntar
-Ser cercanos no sólo con las palabras, sino también con nuestro lenguaje corporal.
–No hablar de nuestra experiencia ni de otros casos que conozcamos: cada caso es único y así debe sentirse cada paciente.
Explicarle a un niño que va a morir, o a una familia que va a perder un hijo, o a un hijo que va a perder a un progenitor o aun hermano son experiencias muy complicadas y dolorosas. Estos son algunos consejos orientativos, pero a menudo los pacientes que acuden al médico con dudas suelen sentirse aliviados si se siguen estas directrices.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: