Sara Losantos, psicóloga de FMLC
El duelo anticipado es el proceso que afrontan algunas personas antes de que un ser querido fallezca, porque por diferentes circunstancias pueden prever su pérdida. En general podemos hablar de dos supuestos que propician el duelo anticipado.
El más habitual se da cuando el ser querido padece una enfermedad de larga duración y los médicos ya han comunicado a la familia su pronóstico de vida, por lo que sus parientes han podido ir elaborando la pérdida, o al menos algunos aspectos de la pérdida, antes de que la muerte se produzca. Es el caso de las familias que cuidan a un pariente enfermo, ya sea en casa o en el hospital, y van viendo el deterioro día a día porque sufre una enfermedad crónica o degenerativa.
El segundo supuesto del que podemos hablar ocurre cuando tiene lugar la desaparición del ser querido en circunstancias extrañas o violentas, en cuyo caso la familia puede anticipar de algún modo que la persona ya ha fallecido, aunque no tiene la certeza hasta que aparece el cadáver: es el caso de las desapariciones, o los accidentes de gran envergadura en los que se tarda en conocer el balance de víctimas… En ambos supuestos es posible que los familiares o los amigos hayan tenido algo más de tiempo para prepararse que si la muerte se produce de forma repentina o abrupta.
Aspectos que facilitan el duelo anticipado
La posibilidad de anticipar la muerte de un ser querido puede restar impacto al hecho de la muerte en sí. Además, la esperanza se mantiene hasta que la muerte se produce o el cuerpo aparece.
El duelo anticipado ofrece al entorno de los dolientes -tanto al más cercano como al más lejano- la posibilidad de apoyarles durante el tiempo que dure la enfermedad o la desaparición, acompañando a la familia durante esos momentos previos a la muerte…Eso es algo que queda vetado en el caso de duelo por muerte imprevista.
Aspectos que pueden dificultar el duelo anticipado
Cuando se da el caso de una enfermedad larga, al duelo hay que sumar el deterioro que sufre el ser querido antes de fallecer o la posibilidad de agonía -que añadiría un componente de trauma al proceso-, así como el sufrimiento previo del doliente por no saber qué estará pasando, por la incertidumbre y por el miedo a lo que pueda estar sucediendo y la incapacidad para controlar la situación.
Los dos supuestos que propician el duelo anticipado tienen en común que, mientras la muerte no se produzca, se mantiene la esperanza de recuperación o de que la persona aparezca con vida. El hecho de que no haya certezas sobre la muerte lo permite. Por esta razón, resulta complicado elaborar completamente el proceso de duelo antes de que se produzca la muerte.
Dado que la primera tarea del duelo es aceptar la realidad de la muerte, ésta no puede completarse hasta que no ha pasado algún tiempo desde que tiene lugar el fallecimiento del ser querido. En todo caso podría aceptarse el pronóstico médico o la desaparición del ser querido, pero no la muerte en sí.
El duelo implica dolor siempre
El duelo es una realidad poliédrica y admite múltiples clasificaciones, entre las que también podrían incluirse éstas:
-Duelo cuando la muerte se produce de forma repentina.
-Duelo cuando la muerte se produce de forma anunciada o previsible.
Lo que siempre se cumple es que la pérdida produce dolor, y ese dolor hay que gestionarlo y drenarlo.
Por otro lado, no existe un duelo igual a otro. Podemos categorizar los tipos de duelo, definirlos, organizarlos, pero la experiencia sigue siendo única y no existen universalidades en este proceso. Anticipados o no, todos los duelos implican momentos difíciles que estamos preparados para manejar y para los que existe, en caso necesario, ayuda terapéutica.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: