Pilar Pastor, psicóloga de FMLC
De la misma manera que en las primeras sesiones de terapia individual nos centramos en el cuidado y desarrollo del vínculo terapéutico para crear un lugar seguro y de confianza, en las primeras sesiones de terapia de grupo buscamos lo mismo.
Si el profesional que facilita un grupo no ha participado nunca en uno, debe entender la sensación de exposición que éste supone al principio para los participantes y cómo hay que cuidar el espacio, los reflejos, la empatía, para que los pacientes sientan que es un lugar donde pueden abrirse.
En este proceso podemos utilizar dinámicas que favorezcan la comunicación, la empatía y la cohesión entre ellos. Hay múltiples libros y referencias a este tipo de dinámicas que se pueden consultar.
El psicólogo como facilitador del grupo de terapia
Una parte importante de este proceso cohesivo es el modelado que haga el terapeuta como facilitador. El paciente que asiste por primera vez a una terapia de grupo no sabe cómo funciona, qué se busca, cuál es la manera de estar en ella, ni qué es lo terapéutico, por lo que esa una parte importante de las primeras sesiones también será señalar lo que buscamos, lo que es terapéutico y lo que no, lo que es una buena sesión, y lo que moviliza y ayuda.
A medida que esta base se va construyendo, podemos ir adentrándonos en el trabajo específico del duelo. Se trata de ir acercándonos poco a poco al dolor, de ponerle palabras, ir aproximándonos a la globalidad de la experiencia que incluye aspectos racionales, emocionales, religiosos, corporales y espirituales. No se trata sólo de centrarse en el desahogo y compartir, sino de la manera terapéutica de ir acercándose al dolor.
Atender a los aspectos más profundos del duelo
El proceso de duelo es extremadamente simbólico, a menudo sutil, y conecta con partes de nuestra mente que no son racionales ni emocionales, sino que funcionan a una profundidad mayor, en una capa más profunda, existencial y espiritual. La dinámica que proponemos en este artículo atiende a los aspectos emocionales de la experiencia, porque ayuda a poner el foco en la relación con el fallecido de una forma global y amplia, peto también va a esa zona más profunda y sutil, porque estamos comenzando a trabajar el vínculo, o mejor dicho, a transformarlo.
La persona que ha fallecido ya no está físicamente. Al principio del proceso este aspecto atormenta al doliente y una de las tareas del duelo es conectar de una manera diferente con el vínculo que le unía al fallecido, puesto que físicamente ya no se puede. Este trabajo culminaría con la cuarta tarea del duelo: reconstruir el vínculo sintiendo el lugar que ocupa el deudo en el corazón, y sintiendo ese espacio interno disponible, presente, que permite que se pueda seguir atendiendo la vida.
Para acompañar este proceso en grupo, lo podemos ir fomentando entre otras dinámicas e intervenciones, como la huella vital y como la carta de despedida.
Cómo trabajar con fotos y objetos en la terapia de duelo
Proponemos esta dinámica para trabajar con más profundidad las emociones, la relación, profundizar de una manera más concreta en todo aquello que se mueve alrededor del vínculo y la globalidad de la relación. Para esta dinámica tenemos que pedir a los participantes que para la siguiente sesión traigan unas cuantas fotos (cinco o seis como mucho) que sean especialmente representativas de la persona que ha fallecido, de la relación y de su vida.
Otra opción, que podemos combinar con la anterior, es pedirles que traigan un objeto especial para ellos que perteneciera al fallecido, lo que denominados un “objeto de vinculación”: tal vez un reloj que llevaba siempre y que el doliente ha conservado, alguna medalla o un objeto similar que tenga especial significado, que les recuerde al fallecido de una manera especial.
En la siguiente sesión lo que proponemos es que, uno por uno, los dolientes vayan mostrando y explicando al grupo las fotos y/o los objetos que han traído. Las propuestas a profundizar son: por qué son especiales esas fotos para ti; qué es lo que dicen de vuestra relación y de la persona que ha fallecido; cómo ha sido la historia de la relación; quién era el fallecido para ti y quién eras tú para esa persona; qué es lo que más echas en falta y lo que menos; y ¿ha quedado algo pendiente? (este aspecto lo trabajaremos en profundidad más adelante).
La dinámica de duelo con fotos y objetos
Es importante que todos los participantes tengan su espacio, por lo que es fácil que tengamos que dedicar dos sesiones a esta dinámica. Animaremos a los demás pacientes a hacer preguntas también, a ayudar a recrear la relación con cada doliente, a estar presentes en la sesión, no sólo atentos a su turno.
Para eso, podemos establecer pausas sentidas tras cada “turno”, en las que hagamos un momento de silencio y que quien lo desee (o la persona situada al lado de quien ha hablado, por ejemplo) haga como un pequeño resumen o reflejo con lo que se ha quedado al escuchar esa intervención. Son sesiones de gran intensidad emocional y sensibilidad, por lo que estaremos pendientes en todo momento de esa parte profunda que se mueve, que es más importante que lo descriptivo y el contenido.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: