Sara Losantos, psicóloga de FMLC
Existen pocas cosas que podamos hacer frente a las grandes catástrofes, las tragedias con pérdidas múltiples, los horrores que un ser humano puede llegar a sufrir o frente al dolor natural de la pérdida.
Sin duda la presencia de otro ser humano es un elemento básico para “paliar” en alguna medida los efectos de la tragedia o los efectos del dolor. Sólo otro ser humano puede consolar o aliviar el dolor de una persona que sufre. Hablamos de una presencia no sólo física, sino también genuina: una presencia auténtica, que acompañe ese dolor de la forma única en que cada uno sabe y puede acompañar.
La escucha que sana
Eso es lo que cuenta, eso es lo que marca la diferencia, eso es lo que recuerdan las personas al rememorar cómo fueron consoladas y acompañadas: recuerdan lo que fue único, lo que fue especial y olvidan las fórmulas manidas, las palabras vacías y los lugares comunes a los que recurrimos para dar el pésame o para acompañar a un doliente.
Da igual lo que se dijo o lo que se hizo: lo importante, lo verdaderamente tranquilizador, la única manera de encontrar algo de serenidad en el caos que implica el duelo es encontrar a alguien dispuesto a arriesgar su propia integridad para atender a otro; dispuesto a dejarse contagiar o embargar por la angustia, a dejarse conmover. Y para esto no existen fórmulas ni subterfugios, salvo que la fórmula sea ser auténtico.
El bienestar del paciente en terapia de duelo
Al final, en eso consiste la terapia de duelo: más allá de herramientas o técnicas, lo que funciona en terapia es la presencia “amorosa” de un terapeuta con su paciente. Cuando hablamos de amor, nos referimos al amor de ágape y no de filia. “Ágape” es una palabra de origen griego que se traduce como amor incondicional y reflexivo, por el cual el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado. Se trata de un amor entendido como amor universal, como amor a la verdad o a la humanidad en contraposición al amor personal.
El amor es la fuerza más poderosa de la que dispone un ser humano y va mucho más allá de las estrategias. El amor puede reparar o, al menos, ser un bálsamo para el alma rota de una persona en duelo.
Abordaje humanista del duelo
Son pocas las opciones que tenemos para consolar a una persona en duelo, el margen de maniobra que tenemos es pequeño, no podemos cambiar los hechos, ni cambiar las vidas de nuestros pacientes, pero sí podemos estar presentes durante el tiempo que dura la terapia, de forma genuina, de forma respetuosa, sin juicios; desde el cariño y el interés que sentimos hacia esa persona que tenemos delante.
Acompañamos a la gente “un ratito” y lo hacemos de forma amorosa, porque en eso consiste la terapia o por lo menos así es como la concebimos en FMLC, porque, aunque suene tópico o transgresor, la terapia es amor.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: