Sara Losantos, psicóloga de FMLC
Ya lo decía Blaise Pascal, cuando afirmaba que “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Durante el proceso de duelo, a veces las emociones nos inundan, nos sacuden y nos confunden. En esa situación, buscamos poner orden a través de nuestra razón y juzgamos que nuestra tristeza es excesiva, o demasiado prolongada, o bien que nuestro enfado es demasiado intenso. Entonces nuestra respuesta es enfadarnos con nuestra tristeza o avergonzarnos de nuestro miedo, pero eso, lejos de clarificar la situación, la complica y le añade oscuridad.
En definitiva, esta reacción demuestra que confiamos poco en nuestras emociones y mucho en nuestra cabeza, en nuestro pensamiento. Y a menudo esto nos hace olvidar que somos seres pensantes, pero también seres sintientes. Creemos que el pensamiento es más auténtico que la emoción y restamos valor a la ventaja adaptativa que han supuesto las emociones para el ser humano.
Elaborar las emociones del duelo
La segunda tarea del duelo -según la teoría de William Worden– es quizás la que mayor complejidad encierra y la que mayor esfuerzo y tiempo implica para nuestros pacientes. Ésta consiste en elaborar las emociones relacionadas con la pérdida, pero no especifica qué emociones son esas, ni tampoco establece que unas sean buenas y otras malas.
Los psicólogos tenemos clasificaciones para todo: catalogamos las emociones como positivas y negativas, racionales e irracionales. Sin embargo, estas clasificaciones no arrojan luz sobre el proceso de duelo, porque una emoción puede ser irracional, pero necesaria, e incluso irracional pero razonable.
Emociones irracionales pero necesarias
Todo esto puede parecer una paradoja o una contradicción, pero no lo es. Uno de los mayores obstáculos a la hora de elaborar la segunda tarea del duelo es precisamente el juicio que nosotros mismos hacemos sobre nuestras emociones. En ocasiones vertimos ese juicio hacia nosotros mismos -cuando juzgamos nuestra propia experiencia-, mientras que otras veces es nuestro entorno quien juzga la validez, la adecuación, o la utilidad de nuestros sentimientos en el seno del proceso de duelo.
Nuestros pacientes nos preguntan en terapia: “¿Es normal esto que siento?”, como si hubiese un baremo o un parámetro que nos igualara a todos. Pero la normalidad está basada en un concepto estadístico. Así que, tal y como lo entendemos los psicólogos, la normalidad en clínica no existe: sólo sirve para minimizar o para acallar el malestar que nos generan las emociones, y ese malestar es la gasolina que propicia el cambio, la energía que promueve el crecimiento.
Aprender a aceptar el dolor
En la consulta, solemos responder a nuestros pacientes que estar triste tanto tiempo es razonable si tenemos en cuenta lo que ha vivido, o que resulta absolutamente razonable tener miedo a la vida después de haber sufrido una pérdida traumática. Les explicamos que no se pueden evaluar las emociones en abstracto, sólo pueden juzgarse a la luz del contexto en el que suceden.
Por ejemplo: no es normal que nos duela el pie, pero sí lo es si nos ha caído una piedra encima; e igualmente puede ser razonable o comprensible estar tristes, enfadados o tener miedo si lo ponemos en relación con una pérdida o con una vivencia traumática. Cada una de las vivencias que han tenido nuestros pacientes permite explicar todo aquello que sienten. Y ellos necesitan que legitimemos que se sientan como lo hacen, porque aceptar las emociones sin juzgarlas y permitir que fluyan nos sirve de guía en el proceso de duelo. De hecho, es nuestra única guía y es infalible.
Cuando dejamos fluir las emociones, éstas fluyen y se acaban disolviendo, mientras que cuando las frenamos, se acumulan y se cronifican. Así que, si estáis atravesando un proceso de duelo, recordad que las emociones -sean cuales sean, y aunque resulten incómodas- traen información valiosa que facilita la resolución del proceso y permite identificar qué nos va bien y qué no: ilumina el camino del duelo. Porque las emociones, incluso cuando son irracionales, suelen ser razonables.
Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web: