Pilar Pastor, psicóloga de FMLC
Si existe una máxima en la terapia de duelo es que el duelo duele y no podemos hacer nada para evitarlo. Sólo se puede elaborar atravesándolo. Partimos de una premisa que no sólo comparten las teorías psicológicas que estudian el duelo, sino que también comparten todas las tradiciones filosóficas y espirituales.
Si investigamos un poco, todos los sabios, eruditos y filósofos occidentales y orientales hacen referencia a la necesidad de sentir y experimentar los malos momentos y los sentimientos (mal llamados negativos) para poder afrontarlos y aprender de ellos. No podemos vivir de espaldas a una emoción –en este caso, el dolor- que está siendo y se está manifestando.
Esto no es una invitación al masoquismo, ni para hacer del dolor nuestra bandera, convirtiéndonos en sufridores expertos. Pero sí hay que tener en cuenta que el proceso de duelo implica que, cuando fallece alguien a quien quiero, inevitablemente va a doler, y mucho. Y que, aunque al atravesar momentos de dolor sobrecogedor no lo parezca, tenemos recursos suficientes para afrontar lo sucedido. No podemos hacer del dolor nuestra bandera, pero tampoco podemos evitar el dolor eternamente. Por supuesto, cada caso es único y como tal debe ser atendido. Este artículo es una reflexión, no una orientación y recomendación rígida.
Los recursos para afrontar el duelo
Los recursos con los que contamos todos para afrontar el duelo tienen que ver con nuestra capacidad para aceptar la realidad, la gestión que hacemos de las emociones, la sensación de apoyo que percibimos por parte de nuestro entorno, como lo vive nuestra familia, cuidar el descanso, la alimentación, el ejercicio físico, el cuerpo, leer acerca del duelo, pasear, buscar recogimiento, escribir, estar en silencio, ordenar recuerdos, hablar de lo que pensamos, compartir, buscar aquello que necesitemos que nos relaje, nos anime o nos cuide.
Por supuesto otro de los recursos a los que podemos acceder es la medicación. A menudo es necesaria y está más que justificada, pero a veces recurrimos con demasiada rapidez a aquello que nos libera momentáneamente de sentir nuestras emociones, cuando experimentarlas y aprender a gestionar y drenar ese dolor es una parte fundamental de la resolución del duelo.
El papel de la medicación en el duelo
Hay que procurar no recurrir a la medicación como huida y anestesia emocional del dolor, porque entonces estamos convirtiendo la ayuda en un problema. Recurriendo a la sobremedicación como recurso principal, estamos bloqueando emocionalmente el proceso.
La medicación es un recurso adecuado en muchas ocasiones. Controlada por el médico, adaptada a nuestra necesidad clínica y limitada en el tiempo, resulta de ayuda cuando las sensaciones, emociones y sensaciones físicas nos desbordan, son incontrolables y nos incapacitan para afrontar el día a día.
En ocasiones, el shock inicial es tan grande que deja al doliente desbordado, mental y emocionalmente, con una ansiedad excesiva, presentando incluso una sintomatología que se complica hasta el punto de patologizarse en depresión clínica, trastornos psicóticos, trastornos ansiosos, etc. En esos momentos en que el bloqueo es tan fuerte y no puede hacerse una intervención psicológica, sino más bien un acompañamiento, la medicación puede ser útil para aportar algo de tranquilidad y ayudar al doliente a poner límites a esas emociones que siente tan desbordantes.
Otros factores que ayudan a afrontar el duelo
Tener un buen descanso es importantísimo para una buena recuperación. A menudo, la ansiedad también es tan alta que resulta muy complicado lidiar con ella sin medicación. Aun así, aunque el doliente requiera medicación en un momento puntual, siempre va a haber partes del duelo que dependan de sus decisiones y de su forma personal de encararlo: cómo se afronta y se elabora la aceptación, como se va resolviendo el día a día, como se decide vivir las fechas especialmente sensibles, como los aniversarios o la Navidad, cómo y qué expresa lo que siente, qué vías de ayuda busca para su ansiedad o miedo, etc.
Hay cientos de decisiones más, muchas de ellas muy sutiles, pero que van perfilando la elaboración del duelo al margen de la medicación. Recurrir a la sobremedicación como recurso principal bloquea en cierta manera la confianza en los recursos propios del doliente.
Uso responsable de la medicación en el duelo
En este complicado asunto de la medicación y el duelo, tenemos responsabilidad tanto los profesionales de la salud como los dolientes: la responsabilidad de no caer en la patologización del proceso normal del duelo. Por un lado, el profesional socio-sanitario tiene la responsabilidad de afinar su ojo clínico y reconocer los procesos de duelo normales que necesariamente acarrean dolor.
Por otro lado, el doliente tiene la responsabilidad de hacerse cargo de su propio proceso y afrontar la inevitable carga de dolor que conlleva el duelo y la vida, sin recurrir tan rápidamente a aquello que bloquea las emociones, permitiéndose enfrentar el dolor y avanzar a través de él, sin considerarlo un enemigo, sino un compañero inevitable de ciertos tramos de la vida.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: