Pilar Pastor, psicóloga de FMLC
No podemos separar el cuerpo de la mente, no son entes divididos que vayan cada uno por su lado. Los seres humanos somos un todo y no podemos atender una parte de nosotros mientras descuidamos la otra. A nivel fisiológico, el duelo supone un estresor a largo plazo, de modo que el proceso psicológico va a venir acompañado de sintomatología y sensaciones a nivel físico, que debemos atender como parte de la atención global que merece el duelo.
En otra entrada de este blog nos referíamos a los trastornos de sueño que puede traer consigo el duelo. Otras complicaciones físicas están relacionadas con la comida, tanto por la aparición de pérdida de apetito como por el aumento de peso. Es muy frecuente que se produzcan pérdidas de peso significativas sin que el doliente haya hecho nada para causarlos, ya que el propio proceso de elaboración del duelo requiere una energía interna tremenda que consume recursos.
Cambios bruscos de peso durante el duelo
Los aumentos o descensos bruscos de peso durante un proceso de duelo pueden estar provocados fundamentalmente por dos motivos:
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Por un lado, tras el duro golpe que implica una muerte, puede desarrollarse un desajuste fisiológico que explique los cambios significativos de peso. Cuando tanto el aumento como la pérdida se produce de manera brusca, es recomendable pedir opinión médica.
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Por otro lado, puede que la comida esté siendo utilizada como regulador de la emoción. La comida puede usarse como regulador del estado de ánimo, recurriendo a ella en momentos de más ansiedad, o ante alguna emoción en concreto. De la misma manera, durante el proceso de duelo –y sobre todo al principio– no se suele cuidar la alimentación, por lo que es fácil que se tienda a malcomer y a tener horarios muy irregulares, lo que también contribuye al descontrol del peso.
Síntomas físicos del duelo
Durante el duelo, también es frecuente que el doliente experimente un conjunto de sensaciones poco específicas, como dolores difusos, sensación de tensión y agotamiento, dolores de cabeza, complicaciones gástricas… todas ellas relacionadas con el esfuerzo que está haciendo el organismo para afrontar la situación y que son sensaciones normales en la descripción diagnóstica del duelo.
Eso no quiere decir que deban desatenderse o que no haya que hacerles caso. El doliente debe procurarse autocuidado sin alarmarse, dando a esas sensaciones el significado que tienen: son avisos de nuestro cuerpo de que está sucediendo algo complicado de procesar. Y, por lo tanto, debemos atenderlo con cuidado y cariño.
Complicaciones físicas graves del proceso de duelo
Las complicaciones físicas del duelo también pueden ser intensas y complejas. Por ejemplo, pueden darse procesos de ansiedad que incluyan ataques de pánico, mareos y fuertes somatizaciones físicas. La somatización se hace patente cuando no está habiendo una atención adecuada al proceso interno, tanto emocional como cognitivo. Es el recurso que tiene nuestro organismo para llamar la atención de lo que está ocurriendo y no estamos atendiendo. Por este motivo, deberíamos estar más agradecidos que enfurecidos con nuestro cuerpo cuando se resiente, ya que nos esta advirtiendo y, por lo tanto, haciendo un favor.
En el duelo existen muchas situaciones que nos conducen a no atender adecuadamente el propio proceso: el miedo de las personas al contacto con el dolor (lo que les impulsa a evitarlo y a llenar su vida de actividades), reprimir según qué emociones, centrarse más en el proceso de la familia que en el propio, o el miedo a la muerte que se hace real cuando alguien cercano fallece… Todo esto hace que aumente la probabilidad de que el cuerpo se queje.
Escuchar al cuerpo durante el duelo
El duelo, como proceso holístico, incluye subprocesos a todos los niveles: emocional, cognitivo, físico… por lo que no debe extrañarnos que el cuerpo también “tenga voz” durante la elaboración del duelo. Se trata de encontrar la manera de escucharlo y atenderlo.
Por un lado, resulta fundamental el autocuidado más básico en cuanto a necesidades de descanso, alimentación, apoyo y consuelo. Por otro lado, hay que ir escuchando las señales físicas como otra fuente de información del proceso: ¿Estoy atendiendo mi proceso de duelo? ¿Me estoy atendiendo y escuchando? Son preguntas que puede plantearse el doliente, que le ayuden a parar, observarse y escucharse de forma global.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: