Sara Losantos, psicóloga de FMLC
En ocasiones, al poco tiempo de iniciar la terapia de duelo, nuestros pacientes se quejan de que se encuentran peor de lo que estaban al principio. Sin embargo, después de más de una década de experiencia en el tratamiento clínico del duelo, sabemos que esto no es señal de que la terapia vaya por mal camino.
Por esta razón, les tranquilizamos explicándoles que ese presunto empeoramiento en realidad significa que tienen una mayor conciencia de la pérdida y que, a medida que vamos trabajando el duelo, irán dándose cuenta de todo lo que implica la muerte de su ser querido.
Ser conscientes de la pérdida nos produce dolor, ya que lo normal es que los duelos duelan. No en vano la etimología de esta palabra es latina y viene de “dolus”, que significa dolor.
La negación en el duelo
Durante los primeros momentos del proceso de duelo –es decir, las primeras horas, días e incluso semanas después de la muerte del ser querido- nuestro organismo trata de protegernos del dolor y del impacto que produce la pérdida generando una especie de muro que nos protege.
Comúnmente conocido como negación, se trata de un mecanismo que usamos de forma más o menos inconsciente con el fin de proporcionarnos un margen mayor de tiempo para asimilar el fallecimiento de nuestro ser querido. El duelo normal, o duelo sano, describe una campana de Gauss (ver imagen) cuyos altibajos coinciden con los distintos momentos del duelo:
- ● Duelo inmediato: Los primeros días y semanas tras la pérdida, menos dolor.
- ● Duelo agudo: Los primeros meses, alcanza su mayor nivel de dolor.
- ● Últimos momentos del duelo: Niveles de dolor más bajos.
El replanteamiento vital en el duelo
El proceso de duelo implica una revisión global de la propia vida y de los valores individuales del doliente. En ocasiones, este proceso supone que la persona se replantee aspectos personales oscuros o que están ensombrecidos. Todos tenemos facetas así en nuestra vida: características o cualidades de nosotros mismos que nos desagradan y que, a veces, incluso nos avergüenzan.
Habitualmente nuestra rutina y nuestro ritmo de vida nos permite dejar estas zonas “sombrías” al margen de nuestras reflexiones diarias. Sin embargo, la pérdida de un ser querido nos confronta con nosotros mismos, nos invita a la introspección y, en paralelo, nos invita también a analizar aspectos más o menos olvidados de nuestra propia vida.
Aprender a vivir sin el fallecido
Cuando tiene lugar una pérdida, en ocasiones no nos queda otra opción que enfrentarnos a nuestros demonios y reflexionar sobre ellos a la luz de esta nueva realidad, para reconstruir nuestra propia imagen y continuar viviendo. Esto se enmarcaría dentro del trabajo propio de la tercera tarea del duelo: “Aprender a vivir en un mundo en el que fallecido ya no está presente”.
Dicha tarea consiste en redefinir quiénes somos sin esa persona a nuestro lado. No siempre se da, depende del nivel de profundización que cada uno alcance en su proceso de duelo, pero siempre implica un crecimiento. Y, como no existe crecimiento sin dolor, cuando el doliente “descubre” estos aspectos negados de sí mismo, puede parecer que se encuentra peor de lo que está.
El crecimiento personal a través del duelo
Durante un tiempo puede parecer que todos los esquemas que el doliente tenía sobre sí mismo y el mundo se derrumban bajo sus pies. Eso puede hacerle sentir muy vulnerable, tanto que parece que su puzzle vital ha quedado destruido. Nada más lejos de la realidad: estos descubrimientos –si van acompañados de aceptación, de una mirada compasiva y de integración– constituyen una conquista de espacios hasta entonces vetados e implican ganar en libertad y seguridad.
De todas formas, es necesario que un experto acompañe al doliente en este proceso para minimizar o atenuar en lo posible la sensación de malestar que produce esta ampliación de la conciencia de uno mismo. Eso nos permite ser más auténticos, más honestos y más verdaderos. Como decía Ghandi: “La belleza no reside en la apariencia sino en la verdad”.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web: