Sara Losantos, psicóloga de FMLC
El pasado 26 de abril participamos en la IV Jornada de Duelo de la asociación Menudos Corazones, donde impartimos una charla acerca de las reacciones del entorno familiar y social ante el duelo y su influencia en la superación del mismo. Dado el interés que suscitó este tema, reproduciremos la ponencia aquí, dividida en varios posts.
El duelo en el entorno
En nuestra sociedad existe una tendencia más o menos generalizada que tiende a protegerse del dolor huyendo de él. Huir de lo que nos produce dolor y acercarnos a lo que nos produce placer forma parte del instinto humano. Esta forma de enfrentarnos a la vida y al mundo nos ha mantenido sanos y salvos como especie durante millones de años. Ésa es la manera natural de acercarse a algo doloroso.
El duelo lo vivimos en sociedad porque somos seres sociales. Por este motivo, el modo en que la sociedad evalúa o maneja el duelo influye tremendamente en la forma en que el doliente vive su dolor. No hace mucho tiempo, el duelo se vivía en familia y tenía un impacto en la sociedad. La vivencia del duelo era comunitaria.
La necesidad de aceptar el dolor para superarlo
Sin embargo, ahora el duelo se vive cada vez más de manera aislada, no compartida. La razón es que nos encontramos en una sociedad que vive de espaldas al dolor, a la muerte y al sufrimiento. Vivimos en una sociedad “abrefácil” donde lo importante son las cosas que se consiguen sin esfuerzo.
Por eso rechazamos y apartamos de nuestras vidas todo lo que tiene que ver con el dolor o con el sufrimiento: lo obviamos, lo desplazamos y, al final, acabamos no atendiéndolo mientras podemos. Y, cuando ya no nos queda más remedio -porque estamos frente a la muerte, frente al dolor y al sufrimiento- entonces la muerte es tremendamente impactante y produce un shock en el ser humano.
El tiempo necesario para superar el duelo
Ese rechazo al esfuerzo, al sufrimiento, hace que se tolere mal la duración del duelo, lo que lleva al entorno a exigir una rápida recuperación del doliente. Es entonces cuando este intento de imprimir un ritmo al duelo complica un proceso que podría resolverse de forma natural, sin intervención terapéutica.
Y es que, para alguien que no esté experimentando un duelo reciente, es fácil mirar hacia a otro lado. Pero, por ejemplo, para alguien que acaba de perder a un hijo resulta muy duro. Normalmente es imposible esconder, disimular o no sentir el dolor que produce la muerte de un hijo. A fin de cuentas, “duelo” viene del latín “dolus”, que significa “dolor”: el duelo es doloroso y si no, no es duelo.
Reacciones el entorno ante el duelo
El modo que tenemos de afrontar el dolor en sociedad va a marcar su forma de acercarse al mismo. Por eso, no es extraño que las personas que nos rodean traten de amortiguar el golpe con la mejor intención, minimizando el dolor, invitándonos a que estemos cada vez mejor y nos involucremos en actividades que tengan que ver con la vida, en lugar de hablar o pensar mucho en nuestra pérdida.
Con esto no queremos decir, ni mucho menos, que toda la gente rechace el dolor ni que todo el mundo lo minimice o lo niegue. Pero sí es verdad que gran parte de las personas que acuden a nuestro servicio gratuito de psicoterapia nos cuentan cómo sus familiares, sus amigos, sus vecinos… se sienten desbordados ante su dolor y tratan de distraerlos de distintas formas.
Por qué el entorno evita hablar del duelo
Este comportamiento que muestra el entorno con el objetivo de proteger al doliente, lo que en realidad consigue es desprotegerle, porque le deja solo ante el dolor. Ante ese sufrimiento, las personas del entorno a menudo se colocan una armadura que imposibilita la cercanía y el contacto, de forma que desde ahí las necesidades del doliente o de su entorno permanecen desatendidas, porque no son conocidas.
Por otro lado, esta actitud del entorno del doliente tiene mucha lógica, ya que al fin y al cabo el dolor se contagia. Las emociones se contagian de unos a otros. Por eso, cuando un familiar, un amigo o un vecino dice a un doliente con respecto a su pena: “No pienses más en eso”, lo que está diciendo realmente es: “Tu dolor me resulta inabarcable, es tan intenso y tan profundo que se mezcla con mi propio dolor y no quiero bajo ningún concepto que desmorone mi precario equilibrio”.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda gratuita, no dude en consultar nuestra página web:
Josefina Alvarez
No puedo superar la muerte de mi hijo murió el 1 de junio del 2012 como le hago. Gracias
FMLC
Estimada Josefina:
Superar la muerte de un hijo es posible pero produce un gran dolor, hay que tener en cuenta que duelo es una palabra de origen latino que significa dolor. Es normal sentir dolor ante la pérdida de un hijo. Ese dolor lo puedes expresar o no, y de que lo hagas o no depende que lo drenes. Superar el dolor implica drenarlo, atravesarlo. A veces eso es algo que uno puede hacer sólo y a veces necesita ayuda profesional. Trata de discernir si necesitas ayuda profesional y en caso afirmativo no dudes en buscarlo y en poner todas las herramientas que tengas a tu alcance para ayudarte en este doloroso proceso.
Te deseo mucha suerte.
Un abrazo.
Sara Losantos
Psicóloga de FMLC